Transmitir más valores

“Servid al Señor con alegría”. No es nuevo este llamamiento. En cambio si lo es toda una serie de peticiones y ayudas a las que se refiere el Apóstol Mayor. He aquí algunos extractos del Servicio Divino para portadores de ministerio más reciente, dirigido a toda Europa.

Unos 8.800 hermanos y hermanas en la fe participaron allí en Dusseldorf o por transmisión de video, cuando el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider ofició el 27 de septiembre de 2015. El Servicio Divino sobre la base de la conocida cita bíblica de Salmos 100:2 se realizó en idioma alemán y fue traducido a los numerosos idiomas nacionales de los países receptores.

Trabajadores, no dignatarios

El Apóstol Mayor resaltó: “En tanto portadores de ministerio somos servidores de Dios. Servir supone, en primer lugar, trabajar. Por eso no somos dignatarios, sino que somos trabajadores”. ¿Y en qué consiste el trabajo? “Debemos lograr que la salvación sea accesible”, sostuvo el Apóstol Mayor y afirmó luego que para lograr este propósito es necesario desarrollar varias tareas: realizar Servicios Divinos, practicar la asistencia espiritual y, para algunas personas, también ejercer funciones directivas. “Sólo podemos desarrollar este trabajo en la fuerza del Espíritu Santo. Esto significa, que debemos santificarnos una y otra vez y esto requiere de mucha oración”.

“El portador de ministerio únicamente puede realizar su trabajo, si está conectado con el Apostolado”, dijo el Apóstol Mayor Schneider explicando la importancia que tiene la unidad de la Iglesia. “Este nexo en nada se vincula con la relación personal con el Apóstol. El portador de ministerio únicamente puede ejecutar su tarea, si cumple lo establecido en la confesión de fe, en sus diez artículos, porque este es el nexo con el ministerio de Apóstol”.

La humildad y la confianza en Dios

“Servimos al Señor. Todo lo que hacen los portadores de ministerio”, afirmó el Apóstol Mayor, “debe beneficiar la causa del Señor, no a nuestra propia persona, ni servir a nuestro bienestar". Todo servidor es un mero ejecutante. “Debemos anunciar el Evangelio, pero no podemos disponer de él”. Esto también supone aceptar los cambios de la Iglesia. Con este enunciado se dirigió a los que pasaron a estado de descanso: “El Espíritu Santo ha continuado con nuestro reconocimiento”.

“Nos exhorto a la humildad. Como hombres que somos no podemos comprender a Dios“, dijo el Apóstol Mayor. “Pensad tan sólo en el Señor Jesús crucificado". Desde el punto de vista humano este hecho fue una derrota sin igual. “Jesús había sido abandonado por todos, estaba allí crucificado y moribundo. Y el Señor dijo: consumado es, perfecto es, bien hecho está. Es la señal de que el hombre no es capaz de medir los resultados divinos".

Más adelante comentó: “No somos ciegos, vemos las comunidades”, refiriéndose a la situación actual. “Vemos que aquí y allá hay una merma. Esto también me duele a mí, incluso mucho. Debemos seguir siendo humildes y decirnos: no podemos entender a Dios. Una sola cosa podemos hacer: confiar en Dios”.

Potestad únicamente para transmitir salvación

“En tanto portadores de ministerio estamos al servicio de la comunidad. Debemos ayudar a los hermanos y a las hermanas a acceder a la salvación. Para hacerlo, al ser instituidos, hemos recibido una potestad”, expuso el Apóstol Mayor Schneider y acotó, además: “Como Apóstol Mayor no he recibido la potestad para construir una iglesia, tampoco para dirigir un coro. Esto último sería catastrófico. La potestad que recibí sólo ayuda cuando de lo que se trata es de transmitir salvación. En todo lo demás debemos trabajar con la competencia humana, el saber y poder humanos”.

Preguntó a continuación: “¿Cómo debemos transmitir esta salvación?”, y contestó que hoy en día, las personas también pueden ser felices sin Dios en la tierra. Pero la sociedad necesita más que nunca de un sistema de valores que repercute en el servicio de los portadores de ministerio. En lugar de directivas y de consejos, las personas necesitan orientación sobre lo que está bien: “Mi deseo es que transmitamos menos instrucciones y más valores. El bien es Jesucristo. Esto es lo que debemos transmitir, y enfocarnos una y otra vez en Jesucristo".

La alegría que surge de la certeza

“¿Cómo puedo alegrarme en mi tarea?”. Así el segundo interrogante central. La respuesta se condijo con lo dicho por Jesús: "Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (comparar con Lucas 10:17-20). “Esta es la palabra clave para nuestro tiempo y para nuestra actividad ministerial”, dijo el Apóstol Mayor. “Nos alegramos por nuestra propia salvación, porque Jesucristo nos ha donado la salvación. Y esta alegría es la fibra que nos impulsa, la fuerza para servir”.

Además: “Una alegría, a la que el Señor Jesús también se refirió varias veces, es la que el cielo se alegra por cada pecador que se ha convertido. ¡Además de nosotros, en el mundo entero hay muchos más hermanos y hermanas que son fieles! Avanzaré un poco más allá e incluiré: en el mundo también existen muchos cristianos que son fieles, que creen en Jesucristo. Este también debe ser un motivo para alegrarnos y ayudarnos a seguir sirviendo al Señor en la alegría”.

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