La cercanía es su marca distintiva

No hace alarde de su persona. ¿Entonces, por qué un artículo sobre su cumpleaños número 70? ¿Será porque fue Apóstol Mayor o por la forma especial con la se desempeñó en su ministerio? También por eso y porque es una persona especial que busca la cercanía y que genera cercanía. Es Wilhelm Leber.

Los pequeños momentos a veces delatan a las personas. Es Pentecostés de 2013 en Hamburgo y el Apóstol Mayor Leber fue pasado a descanso hace escasos minutos. Junto con su sucesor camina en dirección a la sacristía. En el pasillo de la iglesia se encuentra con un joven en silla de ruedas. Lo conoce de antes, se dirige a él y le habla: “Él es mi amigo“, dice. Antes de retirarse, luego, agradece a la cuidadora por su trabajo.

“Cerca de Dios – Cerca de las personas” es el título que lleva la biografía de Wilhelm Leber. En ella se describe de manera fiel el carácter especial que tuvo su período ministerial. Desde 2005 hasta 2013 condujo la Iglesia Nueva Apostólica en tiempos de mucho movimiento. La lista de sus innovaciones es larga: reformulación del concepto de Bautismo, Pensamientos Guías, Confesión de Fe, liturgia.

Abrazar con el corazón y el entendimiento

La obra más importante seguramente fue el Catecismo, aunque fue Richard Fehr, quien lo antecedió en el elevado ministerio, el impulsor de la primera etapa de dejar la fe nuevoapostólica plasmada por escrito. Wilhelm Leber ejerció la actividad de Apóstol Mayor en tiempos en los que los representantes de las diferentes manifestaciones debían encontrar un común denominador, y supo preservar la unidad del círculo de Apóstoles.

Lo logró, justamente porque su estilo de conducción fue de todo menos autoritario. Wilhelm Leber escuchaba a los demás, escuchaba todo, incluso cuando la forma de dirigirse a él no siempre era la más adecuada. Su formación en el doctorado en Matemática le ayudó a evaluar, cuestionar –incluso a él mismo– y corregir sus propias posiciones. A más de uno, este ir y venir le resultaba excesivamente veloz. Pero al final, era capaz de abrazar prácticamente a todos, no sólo con el corazón sino también con el entendimiento.

Contacto directo con las personas

Por poco llevaba a la desesperación a más de un Apóstol de Distrito por su “incurable” costumbre de desordenar las agendas de las visitas que ellos habían planificado de la manera más puntillosa. Porque para los encuentros con los hermanos y hermanas en la fe se tomaba todo el tiempo del mundo. Por lo tanto, después de los Servicios Divinos, el vehículo que llevaba a sus acompañantes tenía que adelantarse, y él los alcanzaba más tarde en auto.

Una despedida así después del Servicio Divino podía llevar horas. Y también pasaba horas respondiendo los mensajes y las cartas que le llegaban. Era su modo de ser, su manera de cuidar la relación con las bases. “Tomando contacto con tantos hermanos y hermanas es posible darse cuenta de manera muy precisa cómo piensan. Siempre intenté tomar de la mano a cada uno y reaccionar a su inquietud para que recibiera una devolución“, dice.

El camino a la reconciliación

La época que siguió a la Tarde Informativa de 2007 fue para Wilhelm Leber una de las etapas más dolorosas de su período ministerial. Este evento, en el que en Renania se hicieron apreciaciones históricas sobre la separación de la Iglesia en la década de 1950, desencadenó reacciones exacerbadas. Tras dos años de contactos personales, finalmente logró avanzar públicamente hacia la unión de las Comunidades Apostólicas: “Pues sí, de nuestra parte también se cometieron errores”, dijo en 2009 durante el Día de la Juventud Europeo. “Ahora, después de la reconciliación, podemos tener tranquilidad”.

Logró despejar el camino hacia la reconciliación poco antes de concluir su periodo ministerial, al publicar sobre “El Mensaje”, que el Apóstol Mayor Johann Gottfried Bischoff fallecido en 1960 había vaticinado que Jesucristo retornaría mientras él estuviera en vida. Pero a falta de fundamentación bíblica, el mensaje no hubiera podido ser elevado a un dogma, aclaró el Apóstol Mayor Leber en mayo de 2013. Asimismo pidió disculpas a todos los que sufrieron por ello.

En descanso, pero aún así activo

Por último, pero ya en estado de descanso, Wilhelm Leber siguió colaborando en la formulación de la declaración de reconciliación. Colaboró no sólo en la que fue firmada en otoño de 2014 en Renania, sino también en la otra que se suscribió en la primavera de 2017 en Alemania del Este.

Por lo demás, el Apóstol Mayor e.d. ocupó un lugar en un banco de la iglesia. Se alegra de no tener ya que realizar largos viajes y de, simplemente, poder escuchar la palabra en el Servicio Divino. Canta además en el coro, es intérprete de órgano y colabora en las tareas de limpieza, sin hacer notar que alguna vez dirigió la Iglesia.

Ha dejado una huella, sin lugar a dudas: la especial mirada que Wilhelm Leber prodigaba a los demás. De ella da cuenta una situación que ocurrió en el Congo, cuando 30.000 personas esperaban la llegada del Apóstol Mayor. Él las saludaba agitando la mano. De pronto se sostuvo el codo izquierdo con la mano derecha y lo subió en alto. Este gesto estaba dirigido a una hermana en la fe que tenía su brazo enyesado hasta el codo. Un observador, narró lo siguiente sobre aquel momento: “Reconocer que hay un necesitado entre muchos miles: para mí, esto es asistencia espiritual”.

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