Sólo se canta bien con el corazón

Cuando no están ensayando, cantan. Y lo hacen con una verdadera mezcla de talento, trabajo duro y cordialidad arrolladora. Un repaso de un fin de semana largo con niños del coro de Ciudad del Cabo.

El que conoce al multitalentoso músico Sigi Hänger, sabe qué es la jovialidad. Pero ahora: „ya no me puedo sacar la sonrisa de la cara“, dice después del tiempo que pasó con una delegación del coro de niños de Sudáfrica. Diez niñas y dos varones entre 10 y 14 años fueron huéspedes en Alemania con motivo del encuentro de Pentecostés 2016.

Reencuentro en el aeropuerto: Lee-Jeandre y Neléne se conocen del invierno 2014. Once días habían estado de gira por Alemania 120 jóvenes integrantes del coro de Ciudad del Cabo. Desde entonces ambas amigas estuvieron en contacto, por Whatsapp por supuesto. Tanto más felices están ahora por poder volverse a encontrar en la vida real.

Un ensayo se convierte sin querer en una presentación

Los niños están alojados en el alberque para jóvenes de Limburgo. Allí, durante el ensayo del viernes a la mañana ya tienen su primera presentación más bien involuntaria. La dirigente Anthea Rohde busca una pieza para precalentar la voz y tararea una melodía que se le ocurre en ese momento. Sigi Hänger en el piano la sigue y también los niños del coro comienzan. A tres voces, improvisadamente.

Lo que surge musicalmente se llama “Love yourself” y proviene de Justin Bieber. Por eso de pronto hay agitación en la puerta que conduce a la sala de ensayos. Allí se apretujan unos adolescentes algo mayores de un colegio que también están alojados en el albergue. Una y otra vez alguien entra su mano por la puerta entreabierta para filmar con su celular a este coro tan genial.

Diversión con el agua gasificada

Los jóvenes sudafricanos tienen su primera presentación verdadera el viernes por la noche en la comunidad Giessen Sur. Allí ofrecen un concierto completo junto con el coro de niños del distrito y la orquesta de niños que dirige Beate Lindemann.

Los hermanos allí agasajan a la nueva generación de músicos con lo mejor, pero lo que más les gustó a los huéspedes fue una bebida: agua sin gas. “A los chicos les pareció totalmente disparatado que aquí bebamos agua gasificada”, se divierte Sigi Hänger sobre “la pequeñas diferencias culturales”. Pero los niños supieron cómo ayudarse: cuando había burbujas, sacudían sus botellas hasta que el maldito burbujeo desapareciera...

Del corazón pasando por las cuerdas vocales hasta el rostro

En los ensayos del sábado a la mañana –para el concierto de la noche– la dirigente Anthea Rohde hizo dar a cada uno lo mejor de sí mismo. Para la presentación conjunta les explicó a los niños alemanes las reglas básicas de los coros del Cabo, informa Sigi Hänger: “No hay que cantar con la voz, sino con el corazón”. Y: “Lo que hay en el corazón tiene que salir a vuestro rostro”.

Hubo lágrimas cuando los niños tuvieron en claro dónde se presentarían por la noche: en el ambiente extremadamente lujoso de la sala de teatros del complejo Kurhaus de Wiesbaden. “Es un honor poder presentarse en una sala tan maravillosa”. Las que más se alegraron fueron las niñas.

Naturalmente el concierto fue el punto culminante del viaje. Pero con el mismo entusiasmo informan los niños sobre el encuentro con el Apóstol Mayor, no, con ambos Apóstoles Mayores, con Jean-Luc Schneider y con su antecesor Wilhelm Leber.

Mensaje antes que rendimiento

Los músicos locales aún pueden aprender de los niños sudafricanos, opina Sigi Hänger. Lo impresionó la elección de la obra para el concierto: “No eligieron su obra más espectacular, sino el canto que mejor se adapta al tema”. Mensaje antes que rendimiento, este principio a veces se pierde de vista en Alemania.

Los jóvenes huéspedes entretanto han llegado bien a casa. Pero el contacto con los niños alemanes queda. Lee-Jeandre y Neléne se conocieron todavía mejor y saben: “Tenemos entre nosotras una relación realmente muy fuerte”.

Y surgieron un montón de nuevas amistades, que por su puesto hay que cultivar: “Creamos un enorme grupo de Whatsapp”. Pero: “Mientras tanto yo ya salí”, se ríe Sigi Hänger: “Cientos de notificaciones por día, así no se puede resistir…”.

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