Ser una ayuda para los muertos es expresión de la voluntad divina

En todas las Iglesias se hacen actos en memoria de parientes fallecidos. La importancia que se les asigna no siempre es la misma. Algunas congregaciones religiosas ortodoxas festejan con pan y tortas junto a la tumba, otras Iglesias celebran Servicios Divinos de recordación.

"Tres veces por año, el primer domingo de marzo, julio y noviembre respectivamente, se realizan Servicios Divinos en ayuda para los difuntos". Así dice el Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica 12.1.13. Esto describe una práctica que se concretó recién en el curso de la historia de la Iglesia, pero que en realidad existió desde sus comienzos. Ya el Apóstol Friedrich Wilhelm Schwartz (1815-1895) la impulsó.

La práctica actual –es decir, tres Servicios Divinos en ayuda para los difuntos por año– se retrotrae a una disposición del entonces Apóstol Mayor Johann Gottfried Bischoff del año 1954. Según esta disposición, a las almas difuntas se les debía suministrar todos los domingos la Santa Cena a través de los Apóstoles y tres veces por año celebrarse Servicios Divinos especiales, en los cuales a las almas deseosas de salvación se les dispensasen los Sacramentos.

Tradición de la Iglesia antigua

El Servicio Divino para difuntos alude a la transmisión de actos sacramentales. Esto tiene lugar en todas partes donde el Servicio Divino es oficiado por el Apóstol Mayor o el Apóstol de Distrito. El Catecismo hace referencia a una tradición de la Iglesia antigua: "Ya en la comunidad de Corinto, para bautizar a los muertos fue efectuado el acto en personas vivas (1 Corintios 15:29). Esta práctica se continúa realizando en los Servicios Divinos para los difuntos oficiados por el Apóstol Mayor y los Apóstoles de Distrito: en los mismos dos portadores de ministerio que representan a los difuntos, reciben el Santo Bautismo con Agua, el Santo Sellamiento y la Santa Cena. Los Sacramentos se donan de la misma forma que se hace habitualmente. En las demás comunidades, después del festejo de la Santa Cena se recuerda a los difuntos en una oración especial".

El ofrecimiento divino de salvación está dirigido a todos

Estos Servicios Divinos para los difuntos ocupan una posición destacada en el año eclesiástico nuevoapostólico. Ya el domingo previo tiene lugar un Servicio Divino de preparacion a tal efecto. La misericordia y la compasión deben animar para interceder por los difuntos.

Con estas palabras fue invitada la comunidad que oraba a honrar a Dios, quien ha creado al mundo y lo guía soberanamente. Una actitud así también es necesaria en vista del domingo de difuntos. Al fin y al cabo, debe haber mucha fe para algo que el hombre no ve ni puede estimar científicamente. A pesar de nuestras limitaciones lo que vale es que la salvación está dirigida a los vivos y a los muertos por igual, así es la voluntad de Dios.

El ministerio de Apóstol es necesario

En la época posapostólica temprana, la Iglesia fue reacia a la dispensación de Sacramentos en representación de los muertos y finalmente prohibió el Bautismo de los muertos en el año 397 en el 3º concilio de Cartago. Desde la visión nuevoapostólica esto no sorprende, ya que recién cuando hubo nuevamente portadores del ministerio de Apóstol en los años 1830, el renacimiento hizo posible esta práctica de los orígenes del cristianismo.

El Catecismo nuevoapostólico destaca el significado del ministerio de Apóstol para la dispensación de los Sacramentos: "El encargo de Jesús de anunciar el Evangelio, perdonar los pecados y administrar los Sacramentos, es cumplido por los Apóstoles en los que viven como en los muertos. Ellos obran en lugar de Cristo y en su nombre. Así como Jesucristo ofreció sobre la tierra su sacrificio, la transmisión de salvación también se realiza sobre la tierra a través de los Apóstoles. Ya que los Sacramentos siempre tienen un lado visible, sólo pueden ser llevados a cabo en el ámbito de lo visible. El efecto de los Sacramentos como elementos esenciales de la transmisión de salvación, es el mismo para los vivos y para los muertos" (Catecismo INA 9.6.3).

Nada de espiritismo

El dedicar los Sacramentos a los difuntos en los Servicios Divinos nuevoapostólicos no debe confundirse con espiritismo. No se trata de obtener o conceder a otros un vistazo del mundo del más allá. No se trata de conocer los mundos de allende, ni el estado de los muertos. En absoluto se procura incorporar el mundo del más allá en este mundo y ponerlo bajo su dominio. Tampoco se quiere satisfacer curiosidad metafísica alguna. Lo que se pronuncia es una promesa de salvación que, según la voluntad de Dios, vale en igual medida para los vivos y para los muertos.

Foto: Frank Schuldt

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