La unanimidad en peligro: recursos para evitarlo

Unanimidad, es más que estar en consonancia por haber llegado a un acuerdo. Pero esta unidad siempre está amenazada por peligros como la envidia, el miedo, la agresión. ¿Qué se puede hacer para evitarlo? Recursos provenientes de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.

"Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios". Así decía el texto bíblico de Romanos 15:5-7 en el Servicio Divino con el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 8 de enero en Berlín.

"La unidad de los hijos de Dios no se basa en largas discusiones y transacciones", dejó claro el Director de la Iglesia. "Sino que surge de reconocer y experimentar la gloria de Dios". Mas esto no significa que ya no puede haber diferencias. "La comunidad de Cristo sigue siendo muy variada", pero "por amor podemos ser uno aunque seamos diferentes".

Ser diferente – el amor de Dios es para todos

Un peligro para la unanimidad es cuando uno choca con la diferente forma de ser de otras personas. Hay que tomar conciencia, acentúa el Apóstol Mayor, de que "Dios ama a mi prójimo tal como es, aunque sea completamente diferente a mí. Dios lo ama igual que a mí, aunque sea completamente diferente".

Envidia – el amor de Dios tiene parámetros eternos

"Los dones terrenales están repartidos en forma muy diferente". Pronto podría surgir envidia: "Sí, y por qué ese está sano y yo estoy enfermo, y por qué ese es rico y yo tengo menos". Sin embargo, "el amor de Dios no se puede medir en parámetros terrenales. Me lleva a la comunión con Él. Esta dicha es tan grande que lo terrenal pierde totalmente su valor".

Discriminación – el amor de Dios es inconmensurable

"Cuando en una familia hay una herencia, peligra la unidad porque cada uno teme que le toque muy poco", explicó el Apóstol Mayor Schneider. En la familia de Dios, nadie debe preocuparse por ser discriminado: "Dios puede dar todo a todos. Aunque le dé todo a mi prójimo, yo nunca soy perjudicado. Yo también puedo recibir todo".

Competencia – la gracia no se puede ganar

"Nuestra lucha en la fe no es una competencia en la que uno gana y el otro pierde. Todos podemos ganar. No existe la competencia en la Obra de Dios", pues "la salvación que Dios nos da, es un regalo de gracia, nosotros no nos la podemos ganar. Las obras que hago son solamente una respuesta a la salvación que Dios me ha regalado. De eso se trata".

Imputación de la culpa – sólo cuenta el arrepentimiento

"No tiene sentido, por lo tanto, culpar al prójimo en la esperanza de minimizar nuestra culpa", mencionó el Director de la Iglesia en vista de la gracia del perdón de los pecados, "pues no depende de la magnitud de mi culpa, sino de mi arrepentimiento, depende de mi deseo de gracia, depende de si yo estoy arrepentido".

"Glorifiquemos al Dios del amor, al Dios de la paciencia, al Dios del consuelo en la comunidad", fue la conclusión, "'para que sean uno, así como nosotros somos uno', es el deseo de nuestro Señor Jesucristo, y lo queremos cumplir".

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Andreas Rother
01.02.2017
Alemania, apóstol mayor, servicio Divino