En el seguimiento a Jesús: la lista de precios

Todo tiene su precio, incluyendo el seguimiento a Jesucristo. Preguntas y respuestas del estilo de: “¿Estás dispuesto a pagar este precio?” y “¿Cuánto te tengo que pagar por esto?“, son dos ejemplos entre muchos otros que surgieron en el Servicio Divino del Apóstol Mayor

Alrededor de 19.000 asistentes tuvo el Servicio Divino del 17 de julio de 2016 en Kananga (República Democrática del Congo). La mayoría se pudo sentar a la sombra de los típicos techos de tela montados delante de las iglesias que se acaban de edificar. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider caracterizó la historia de su surgimiento como maravilloso testimonio en la fe.

Es preferible ser pequeño y exitoso que grande y fracasado

La prédica giró en torno a la cita bíblica extraída de Lucas 14:28-30: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar”.

Ya lo he visto muchas veces, dijo el Apóstol Mayor, personas que comenzaron a edificar una casa lo más grande y ostentosa posible para impresionar a sus vecinos. Pero la casa nunca se termina, porque al final, el dinero no alcanza para hacerlo. “Es mejor construir una casa pequeña y poder terminarla, incluyendo el techo”. Por lo tanto, el objetivo de Jesús y de sus Apóstoles no es reunir a su alrededor tantas personas como sea posible, sino formar verdaderos discípulos de Cristo y preparar para la venida del Señor.

Pagar equivale a renunciar

“El que quiere seguir al Señor, emprende un camino difícil —destaca el Apóstol Mayor—, porque un discípulo verdadero tiene que renunciar a muchas cosas. Piénsalo bien y pregúntate: ¿Estoy dispuesto a pagar el predio?”

  • El precio de renunciar al pecado: “Esto no es tan sencillo, porque —según el Apóstol Mayor— significa renunciar a todo lo que no puedo conseguir sin cometer un solo pecado”.
  • El precio de dejar de lado las tradiciones: “Por supuesto, que respetamos nuestra cultura, nuestra familia, nuestro país, pero a condición de que coincida necesariamente con el Evangelio de Jesús”.
  • El precio de superar la propia voluntad: “El verdadero discípulo de Cristo sigue a Jesús —comentó el Apóstol Mayor—, aunque no se cumplan sus deseos o no se comprenda el accionar de Dios”. Y concluyó, “y se esté dispuesto a ver al prójimo de la misma manera que lo ve Jesús”.
  • El precio de ofrendar: “El Señor pide sacrificios diferentes a cada uno”, siguió explicando el presidente de la Iglesia. “El joven no debía ser rico, José de Arimatea en cambio, lo era”. Pedro murió como mártir; Juan, en cambio, quedó a salvo. “Pero el verdadero discípulo está dispuesto a hacer su sacrificio”.
  • Pagar el precio de cambiar el propio concepto de justicia: “Esperamos que los buenos y los malos sean castigados”, expresó el Apóstol Mayor Schneider. Aún así, Cristo ya había explicado: “Nunca podrás merecer tu propia salvación, porque ésta sólo depende de la gracia”.

Vale varias veces su precio

“Podemos renunciar a todo esto, sin perder nada —comentó luego el Apóstol Mayor—, porque el salario es la gloria eterna. Y ya en esta tierra recibes cien veces más de lo que das. Recordad lo que ya recibís en la casa del Señor: consuelo, fuerza, amor…”.

Las conclusiones del Apóstol Mayor fueron: “Seguir a Cristo significa renunciar a uno mismo y estar conforme con ofrendar. De este modo probamos el valor de los beneficios que Jesús nos dona hoy y la grandeza de la salvación que nos tiene preparada".

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