La gracia lleva al reino de Dios

Dios concede gracia a aquellos que creen en Jesucristo, confían en Él y lo aman. Con esta frase el Apóstol Mayor resumió su prédica. Y dejó claro lo que significa la fe y la confianza.

A principios de año, el domingo 26 de enero de 2020, todavía antes de la pandemia del coronavirus, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider visitó la comunidad de Amnéville en el noreste de Francia. Predicó sobre la gracia divina y el amor al Señor: “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable” (Efesios 6:24).

“La gracia es un regalo que Dios nos hace y que solo Él puede concedernos”, comenzó el dirigente de la Iglesia. La gracia del Señor comprende todos los dones necesarios para nuestra salvación. El Apóstol Mayor citó Hechos 16:31. Según este pasaje, para ser salvo hay que creer en el Señor Jesucristo: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa”.

Esta fe es, en primer lugar, la firme convicción de que

  • Jesucristo es el Hijo del Dios viviente, que nos ama y nos quiere salvar.
  • uno se debe atener a su doctrina para alcanzar la salvación.
  • Jesús dispensa la salvación en la Iglesia que Él fundó, a través de los Apóstoles que Él envió y a través de los Sacramentos que Él instituyó.

La fe es más que una convicción

Pero la fe va más allá de la mera convicción: “Creer en Jesucristo significa decidirse por Él, confiar en Él, pase lo que pase”, subrayó el Apóstol Mayor. La verdadera fe consiste en confiar: en el amor de Cristo, aun cuando la realidad que percibimos nos haga dudar – en su palabra, aun cuando parece que no se cumple – en la Iglesia, el ministerio y los Sacramentos, aun cuando su santidad y su eficacia salvífica a veces queden ocultas por la imperfección humana.

Una fe formada de esta manera lleva a

  • retribuir el amor de Dios: “El que ama al Señor no lo sigue para ser preservado de desgracias, sino porque siente el deseo y la necesidad de estar con Él”.
  • apreciar la enseñanza de Dios y disfrutar de ella: “El que ama al Señor no respeta su ley por miedo al castigo, sino porque le disgusta el mal y siente placer por hacer el bien”.
  • amar a los que Él ama y sentir placer por contribuir a su felicidad dentro de la Iglesia.

La fe y el amor generan la gracia

A partir de esta fe firme y este amor sincero Dios concede su gracia, siguió predicando el Apóstol Mayor. Perdona a aquellos cuyo arrepentimiento es sincero porque sufren por estar separados de Jesús a causa de sus pecados. Jesucristo se manifiesta a aquellos que guardan sus mandamientos. La presencia del Señor a su lado los hace felices.

La gracia de Dios los fortalece incluso en la adversidad. Aquellos que aman a Jesús tienen la certeza de que nada los puede separar del amor de Dios y que todas las cosas les ayudan a bien. “Ellos demuestran humildad y misericordia frente a los demás. Su palabra siempre está acompañada por la gracia”.

Esto resulta en una dedicación especial de Dios, resumió el Apóstol Mayor: "Como creen en Cristo y están arraigados en el amor, Dios puede hacer por ellos mucho más de lo que piden o se pueden imaginar. Los purifica totalmente y les da acceso a la comunión eterna con Él en su reino”.

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Peter Johanning
22.07.2020
Francia, apóstol mayor, servicio Divino