Libres ya ahora y completamente libres en el futuro

Librados de la prisión y en viaje hacia la libertad absoluta. Este es el camino que Dios quiere para cada creyente. El Apóstol Mayor explica las estaciones importantes y lo que es tan maravilloso de ellas.

“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. En torno a Colosenses 1:12-13 giró el Servicio Divino del 18 de octubre de 2020, transmitido desde Estrasburgo (Francia) a la República Democrática del Congo.

Herencia con pago inicial

“Hemos llegado a ser herederos del reino de Dios, de la eterna bienaventuranza, de la eterna comunión con Dios”, dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider refiriéndose al Bautismo con Agua y Espíritu, “hemos llegado a ser hijos de Dios”. Con el don del Espíritu Santo, Dios no solo nos da la oportunidad de tomar posesión de nuestra herencia, sino también nos da un “pago inicial” para nuestra futura salvación.

Libertad, dentro y fuera

“Dios nos ha librado de la potestad de las tinieblas”, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, aunque “todavía nos tengamos que enfrentar al mal”. Pero “mientras quiera permanecer fiel a Dios, el diablo nunca podrá obligarme a ser infiel. Esta es nuestra libertad”.

“Tampoco somos prisioneros de la sociedad en la que vivimos”, dijo el dirigente de la Iglesia citando la corrupción como un ejemplo de maldad social. “No tenemos que comportarnos como todos los demás”, pues “como hijos de Dios tenemos la oportunidad de romper el círculo vicioso. Como somos libres en Cristo, somos libres de dar el primer paso”.

“No somos esclavos de nuestras necesidades materiales”. Por supuesto, cada uno debe proveerse a sí mismo y a los suyos. Pero, “hay un límite. Respeto los mandamientos y respeto a mis semejantes”.

“No soy esclavo de mi orgullo”, enfatizó el Apóstol Mayor. “Incluso si alguien me hace daño, tengo la posibilidad de perdonar. No estoy obligado a vengarme”.

Y finalmente, “no soy prisionero del mal que he hecho en el pasado. No soy prisionero de mi historia, de mis debilidades. Cristo me da la oportunidad de empezar de nuevo”.

Donde Jesucristo reina

“Dios nos ha trasladado al reino de su amado Hijo. Esto también es una referencia a la Iglesia de Cristo”. Sin embargo, Jesús dice: “Mi reino no es de este mundo”. Y por eso es válido: “No es misión de la Iglesia, bajo la guía de los Apóstoles, interferir en los problemas de la sociedad y resolver todo. La misión de los mensajeros de Jesús es proclamar la salvación y preparar a las almas para el retorno de Jesucristo”.

Los Apóstoles y los Apóstoles Mayores van y vienen, dejó claro el Director de la Iglesia: “La vida de la Iglesia continúa. Porque no es la persona lo importante, sino el ministerio y la autoridad que Jesús dio al ministerio”.

Pero, sobre todo, es Jesucristo quien salva. “La salvación que dispensa no depende de la competencia de sus servidores. Él siempre puede salvar, porque es su Iglesia. Y esto me tranquiliza mucho personalmente”.

Un buen anticipo

Asimismo, la Iglesia debe dar un anticipo de la gloria eterna.

Así, en el reino de Dios todo estará en armonía con la voluntad de Dios. Por eso también hoy debemos hacer la voluntad de Dios en el “reino del Hijo”. “Allí donde la nueva criatura se ha desarrollado, ya no es ni siquiera una lucha el obedecer. No obedecemos por interés propio o por miedo. Obedecemos porque está en nuestra naturaleza”.

Además, en el reino de Dios no habrá diferencias entre los seres humanos. “Dios ama a todos de la misma manera”, dijo el Apóstol Mayor Schneider y apeló explícitamente: “Eso es algo que ya podemos hacer hoy”. Lo único que cuenta es: “Este es mi hermano, esta es mi hermana, y el amado Dios los ama tanto como a mí”.



Foto: Mike Karcher

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Andreas Rother
12.11.2020
apóstol mayor, servicio Divino