Se enciende una luz para los creyentes

En la oscuridad no podemos ver nada, nos desorientamos y chocamos con los objetos. Qué felices somos cuando hay una luz que nos muestra el camino. Esa luz también es la fe.

El 12 de septiembre, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebró un Servicio Divino en Santana (Santo Tomé y Príncipe). Predicó sobre la palabra de 2 Pedro 1:19: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”.

Oscuridad

“Este lugar oscuro no debe entenderse en lo material, sino en lo espiritual”, explicó el máximo dirigente de la Iglesia la palabra bíblica. “El lugar oscuro es la lejanía de Dios, el estar lejos de Dios. Como el hombre cayó en el pecado, fue a parar al dominio del mal”.

En la lejanía de Dios, uno puede...

  • no tener esperanza: “Sin Dios no hay ninguna esperanza real de una mejora definitiva”, dijo el Apóstol Mayor. “Uno sabe que el mal siempre volverá”.
  • tener miedo: “Uno no entiende lo que está pasando”, explicó el dirigente de la Iglesia cómo es la situación de estar lejos de Dios. “En ese sentido, muchas personas se encuentran en un lugar oscuro. Perciben lo que ocurre, pero no lo entienden. ¿Por qué permite Dios que esto ocurra? ¿Por qué no interviene?”.
  • estar desorientado: “Me doy cuenta una y otra vez lo perdida que está la gente”, dijo el Apóstol Mayor Schneider. “Ya no saben: ‘¿A quién debo creer ahora, en quién debo confiar, quién dice la verdad?’. No tienen orientación”.
  • no verse a sí mismo: “Sin Dios, las personas no se reconocen a sí mismas”, describió el Apóstol Mayor la oscuridad sin Dios. “Piensan: ‘Oh, no soy tan malo, los hay mucho peores’. No se ven a sí mismos cómo son”.
  • no ver al prójimo: “Muchas personas están en la oscuridad, no prestan atención al prójimo, le hacen daño”, dijo el Apóstol Mayor. “También rompen muchas cosas valiosas por sus palabras y sus obras, y ni siquiera se dan cuenta”.

Luz

Pero el Apóstol Mayor tenía preparada la solución: “Dios nos ha dado una antorcha, una luz”. Esta luz es la palabra profética. ¿Qué es exactamente la palabra profética? Por un lado, anuncia la salvación y, por otro, la voluntad de Dios: “A través de la palabra profética, Dios nos dice lo que debemos hacer para experimentar esta promesa”.

“Si tenéis esta antorcha, veréis con claridad, incluso en la oscuridad”, prometió el presidente de la Iglesia. Todos tienen la antorcha. Solo hay que encenderla, “si no, no funcionará”. “¿Cómo podemos encender esta antorcha?”, preguntó el Apóstol Mayor e inmediatamente dio la respuesta: “Es a través de la fe. Dios da la palabra profética. Si creemos en ella, la antorcha puede arder”.

El que cree en la promesa...

  • sabe: “¡Las cosas no quedarán así, pronto habrá redención! El mal no será el más fuerte para siempre. Dios es el más fuerte, Jesucristo ha vencido el mal. Llegará el momento en que no habrá más muerte, ni dolor, ni lágrimas”.
  • entiende: “No puede explicar cada acontecimiento de su vida, pero sabe lo que Dios está haciendo: me está preparando para la gloria. Es, por cierto, una luz maravillosa”.
  • ve el siguiente paso: “Es solo una pequeña antorcha. Pero me indica el paso que debo dar. A la luz de la fe podemos ver: Este es el siguiente paso que debo dar. Todavía no veo la meta, pero sé cuál es el paso que sigue”.
  • se ve a sí mismo: “Se reconoce, busca la gracia, la santificación, es humilde y agradecido”.
  • ve al prójimo: “Sabe: lo que hago a mi prójimo, lo hago a Jesucristo”. Y reconoce el valor de la comunión: “Tiene cuidado de no arruinar el ambiente de la comunidad, de no destruir la Iglesia, la comunidad”.

El llamamiento final del Apóstol Mayor: “Hagamos brillar esta antorcha y caminemos a su luz. Debemos tener fe hasta que venga el Señor”.

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