Experimentar a Dios en tiempos difíciles

Sed de Dios. Suena como algo inusual, como un poema abstracto. Y, de hecho, es un salmo que describe el anhelo de la cercanía de Dios, su cuidado, su compañía. Buenos pensamientos en días malos.

El 21 de junio de 2020 el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider llegó a Bad Segeberg (Alemania) para celebrar un Servicio Divino con la comunidad. El texto bíblico sobre el que predicó fue tomado de Salmos 42:2: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”.

El máximo dirigente de la Iglesia comenzó diciendo que este texto se ajusta perfectamente a nuestros tiempos. El autor del salmo estaba en gran tribulación, había experimentado grandes tentaciones y además había sido burlado. Ni siquiera podía ir al templo de Jerusalén para encontrarse allí con su Dios. El Apóstol Mayor señaló que su situación era desesperante. ¿Pero qué hizo el salmista? A todo eso lo enfrentó con su fe, con su confianza en Dios: “Ahora dejaré de quejarme. Llegará el momento en el que podré volver a dar gracias a mi Dios”.

El dirigente de la Iglesia preguntó a la comunidad: “¿No nos resulta familiar esta situación? Tribulaciones, tentaciones y esas eternas preguntas: ¿Dónde está tu Dios ahora? ¿Éste es el resultado?”. Además, debido a la pandemia del coronavirus, no pudimos ir a la casa de Dios por un tiempo. “Podemos aprender mucho de la reacción del salmista”, señaló el Apóstol Mayor. “No seamos tan egocéntricos pensando siempre que nuestra situación es la peor. Pongámonos en el mundo de las personas de la Biblia, pongámonos en la situación de nuestro hermano, de nuestra hermana, aquí en este país, en el extranjero, entonces podremos aprender de ellos y también sacar fuerzas de ellos”.

Sed de cercanía de Dios

La sed es una señal de alarma del cuerpo, continuó predicando el Apóstol Mayor. La sed es una señal de que a una persona le falta algo, como agua, líquido. El salmista usó esta imagen para dejar claro su ferviente deseo de encontrar a Dios en el templo.

“Nosotros también tenemos sed de Dios”. Después de todo, el hombre fue creado para vivir en íntima comunión con Dios, muy cerca de Él. “Y hasta que no tenga segura esta comunión, algo le falta”. Solo en la unidad y en la íntima comunión con Dios el hombre puede ser como debe ser: sin carencias, alegre, feliz y satisfecho. “Y esto es lo que hemos hecho el objetivo de nuestra vida: la verdadera felicidad, el verdadero bienestar, para que podamos estar verdaderamente bien, estar con Dios para siempre. Esta es nuestra sed”.

Algunos creyentes tienen miedo de presentarse delante de Dios porque temen su juicio. Nuestra sed de Dios está libre de todo temor, apeló la máxima autoridad de la Iglesia a la comunidad. Jesucristo mostró quién es Dios: “Dios es amor y no el juez estricto. Dios es misericordia. Dios es gracia. Él quiere tu salvación. Quiere redimirte“.

Sed de comunión

Nuestra meta es la eterna y perfecta comunión con Dios. Para lograrlo, debemos querer encontrarnos con Dios. Y dónde puede suceder, también lo dijo el salmista: en su templo. “Los encuentros reales con Dios, aquellos en los que quiere darnos la vida eterna, tienen lugar en su templo”.

Jesús ya había hablado del hecho de que donde dos o tres estén congregados en su nombre, Él estará en medio de ellos. De esta manera el Hijo de Dios quiso dar testimonio de que el encuentro con Dios es posible en la comunión de los creyentes, dijo el Apóstol Mayor. Esto no es un invento de la Iglesia, es un principio de la fe cristiana. “Hay que reunirse, orar juntos, alabar a Dios juntos, adorar a Dios juntos”.

Sed de su palabra

La vida eterna es dada por Dios a través de su palabra, esto también está claro para todos los cristianos. Solo leer la Biblia no es suficiente. El lector elige lo que quiere leer y eso en un momento que le conviene.

El Apóstol Mayor: “La palabra debe ser predicada. El hombre debe humillarse, venir y escuchar lo que Dios le dice a través del Espíritu Santo”. Es la fe cristiana que la palabra inspirada por el Espíritu es la palabra de Dios. “Dios es el que me habla en la prédica. Me guste o no, debo creer que es para mí. Y si lo pongo en práctica, entonces Dios está conmigo”.

Sed de la Santa Cena

Para alcanzar la comunión eterna con Dios, también se necesita la Santa Cena. “Cuando recibimos la Santa Cena, recibimos el cuerpo y la sangre de Jesús. No se trata de realizar un rito, de seguir un ritual. Recibimos el cuerpo y la sangre de Jesucristo. Jesucristo nos da vida de su vida, poder de su poder, para que seamos cada vez más semejantes a Él. Esto sucede en la Santa Cena. Esto nos da vida eterna”. Si tenemos sed de comunión con Dios, lo oímos llamar: Ven a la comunión, escucha la palabra predicada, participa de la Santa Cena.

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Peter Johanning
30.06.2020
apóstol mayor, servicio Divino