Tras la huella de Jesús en el camino al cielo

La ascensión como conclusión y coronación de la vida en esta tierra. Esto no solo debería haber sido así para Jesucristo. También lo debería ser para los creyentes. El Apóstol Mayor traza el camino y la meta.

“Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió”. El Servicio Divino del 26 de mayo de 2022 en Künzelsau-Gaisbach (Alemania) giró en torno a este pasaje bíblico de Juan 7:33.

Volver al Enviador como hombre

Jesucristo no solo habló de volver a su Padre o a Dios. Habló expresamente de su Enviador, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Porque el Hijo de Dios, parte de la Trinidad Divina, dejó la gloria de Dios y la omnipotencia de Dios con una misión muy concreta: revelar el amor de Dios a los seres humanos y salvarlos.

Una vez cumplida esta misión, volvió a ocupar su lugar en el cielo, en comunión con Dios, pero con un cambio: “Dios adoptó la condición de hombre”. No solo volvió el Hijo de Dios, sino también Jesucristo, el hombre. El nuevo hombre en Dios pudo entonces entrar en la comunión de Dios, allanando el camino para que todos los seres humanos entraran en la comunión con Dios”.

El amor de Cristo permanece activo

“Jesucristo sigue amando a los seres humanos”, subrayó el dirigente de la Iglesia. “Ahora está en el cielo, representándolos, defendiéndolos con Dios y del diablo, orando por ellos”. Además, “por el Espíritu Santo, Jesucristo permanece presente para todos, en todas partes, en todo momento”. Y, por último, Jesús prometió: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”, es decir, en la comunión con Dios.

En la era de la fe

“¿Qué significa esto para los creyentes?”, preguntó el Apóstol Mayor y habló del comienzo de la era de la fe. “Los discípulos habían visto a Jesús y se dieron cuenta de que predicaba bien, era un gran profeta y podía hacer grandes milagros”. Y ahora, “quien quiera seguir a Jesucristo debe creer en Él sin verlo con sus ojos”.

"Pero como Jesucristo ama a los seres humanos, también quiere encontrarse con ellos. En la fe podemos tener un encuentro con el Señor Jesús, en la palabra y en el Sacramento”, aclaró el dirigente de la Iglesia: “No todas las veces, no todos los días, no todas las horas, pero ocurre una y otra vez que se produce este milagro. ‘Donde están congregados en mi nombre y oran en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos’”.

En acción uno mismo como enviado

“Somos hijos de Dios y somos conscientes de que nosotros también hemos sido enviados por Dios al mundo para servir y trabajar”. ¿Y qué espera Dios?

  • “Que seamos como Jesucristo. Que precisamente en este mundo, en este lugar, en este tiempo, en este día, reaccionemos como Jesucristo”.
  • “Confianza absoluta en Dios, vinculados muy estrechamente con Dios. Y nada puede apartarnos de eso. No importa dónde estemos, dónde vivamos, no importa lo que pase, buscamos la comunión con Él”.
  • “Dios necesita personas que lleven su mensaje de generación en generación. Dios no lo hace desde el cielo. Tenemos que hacerlo nosotros”.
  • “En el círculo de los creyentes, debemos servirnos unos a otros. Hay una tendencia en el mundo actual, esta sociedad de consumo. Todos vienen y, por favor, que se ocupen de mí. La Iglesia somos nosotros, hermanos y hermanas”.
  • “El Señor nos sale al encuentro también en los pobres, en los necesitados, en los que están en la cárcel, en los que están muy mal. No dijo: “Lo debéis sacar de la cárcel y debéis sanar al enfermo”, sino: “debéis visitarlos, hacer el bien. Podemos hacerles experimentar el amor de Dios, a veces a través de cosas muy pequeñas”.

Esforzarse hasta su retorno

“Jesús espera que trabajemos hasta el final, hasta su retorno”. Lo dijo muy claramente en sus parábolas. “Sirve al Señor y sirve a tu prójimo hasta el final. Cree en lo invisible hasta el final. Busca la comunión con Él en la palabra y el Sacramento hasta el final”. “Eso por un lado”, dijo el Apóstol Mayor Schneider.

“Y por el otro, lleva a sí a los que han permanecido en el primer amor a Él y al prójimo. No podemos hacer un trabajo perfecto. Pero Él busca en nosotros: ‘¿Me amas? ¿Amas a tu prójimo? Si es así, tu trabajo no fue perfecto, pero has trabajado hasta el final. Ven, te llevaré a mi reino’. Y entonces experimentaremos la resurrección y la ascensión al mismo tiempo”.

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