La salvación de Dios: sin empeño no hay recompensa

“Nosotros mismos somos responsables de nuestra salvación”, dijo el Apóstol Mayor en su prédica en Niamey. Sin embargo, Dios nos proporciona todos los medios necesarios para que podamos alcanzarla. Es nuestra tarea aceptar los medios.

El viernes 7 de febrero de 2020 el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebró un Servicio Divino en Niamey (Níger). Basó su prédica en las palabras de Isaías 55:1: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”.

Libertad en Cristo

“Cuando estaba en la tierra, Jesús fue libre porque siempre hizo exactamente lo que decidió hacer”, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. “Había decidido hacer la voluntad del Padre, sin importar lo que pasara, y ni el hombre ni el diablo podían impedirle hacer la voluntad divina. Jesucristo se ganó ir al cielo porque obedeció completamente a su Padre”.

Salvación de Dios

El Apóstol Mayor explicó que las personas solo pueden alcanzar la salvación ofrecida por Dios si cumplen las condiciones que Dios les ha dado. Para alcanzar la salvación en Cristo, hay que

  • creer en Jesucristo: “Quien cree en Jesucristo está convencido de que Jesús siempre tiene razón y que su doctrina es válida para todos”.
  • renacer de agua y del Espíritu y participar regularmente en la Santa Cena: “Si quieres entrar en el reino de Dios, debes ser regenerado con agua y Espíritu. Si quieres entrar en el cielo, debes recibir la Santa Cena”.
  • aprovechar la salvación cuando Dios nos la ofrece: “No puedo decir: 'Dios, hoy no tengo ganas, no tengo tiempo, tal vez cuando sea viejo, cuando tenga setenta años, cuidaré mi alma. Hoy Dios nos ofrece la salvación, hoy debemos aprovecharla”.
  • someterse completamente a la voluntad divina: Uno no puede negociar su salvación: “El Señor decidió: ‘Para tener la salvación, el hombre debe creer y ser obediente en la fe. Debe aplicar el Evangelio, todo el Evangelio’. No puedo ir y decirle al amado Dios: ‘Fíjate, yo hago casi todos los mandamientos, pero hay algunos que no puedo hacer. Pero en su lugar te daré un sacrificio especial para que me puedas salvar’”.
  • amar a Dios con un amor sincero: “Jesús quiere que hagamos todo lo que hacemos por amor a Él. ¿Y cómo mide nuestro amor? Nos dice: ‘Si amas a Dios, debes amar a tu prójimo. Tu amor a Dios no puede ser más grande que tu amor al prójimo’”.

Aceptar la salvación

“Pero, ¿qué debemos hacer para alcanzar la salvación ofrecida por Dios?”, siguió preguntando el Apóstol Mayor. A esto respondió que si queremos alcanzar la salvación

  • nos decidamos: “Realmente tenemos que tomar una decisión. No basta con recibir el Bautismo con Agua y el Bautismo con Espíritu: Realmente hay que comprometerse”.
  • cumplamos nuestras promesas perseverando hasta el final: “Jesús dijo: ‘Para salvarse hay que perseverar hasta el final’. No basta con seguir a Jesús, obedecerlo y servirlo durante unos años. Debemos ser fieles hast a su retorno”.
  • aceptemos renunciamientos: “Quien se decida por la salvación en Jesucristo debe saber: ‘Al decidirse por Jesucristo, también se renuncia a ciertas cosas’. Elegimos a Jesús, esa es nuestra prioridad. Pero a veces, hay que renunciar a algo”.
  • aceptemos nuestra responsabilidad: “Yo soy responsable de la salvación de mi alma. Dios me la da, me da todo lo que necesito para alcanzar la salvación. Pero desde el momento en que soy un hijo de Dios, me dice: ‘Ahora eres responsable de tu salvación’”.
  • enfrentemos al adversario que quiere robar nuestra propiedad: “Desde el momento en que decimos ‘sí’ a Jesús, somos atacados por el Espíritu de abajo. Debemos aceptar esto y defendernos”.

Al final de su prédica, el Apóstol Mayor sacó como conclusión: “La salvación es una gracia que Dios ofrece a todas las personas. Para ser salvo, uno debe perseverar en la fe, la obediencia y el amor”.

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Tatjana Fröhlich
26.03.2020
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