Al final sólo cuenta el amor

Dios mira el corazón. La motivación es más importante que las obras, y el amor es más importante que los números. Extractos de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.

Exactamente 333 participantes presenciaron el Servicio Divino del 29 de mayo de 2016 en Daejon (Corea del Sur). El punto central de la prédica fue el versículo bíblico: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10).

El corazón bueno

Dios mira más profundo. Lo deja en claro el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider al comienzo de su prédica mencionando como ejemplo la elección de David. Entre los hijos de Isaí fue elegido el más pequeño, pues: “Dios pudo ver que su corazón era humilde y estaba lleno de temor de Dios”.

Lo demostró David en la lucha con Goliat como también al encontrarse con Saúl: David no supuso que él mismo podría vencer al gigante. Su actitud fue: “Dios vencerá en la lucha”. Y cuando David sorprendió al rey durmiendo en una cueva, no siguió el consejo de sus compañeros de matarlo. No pudo ver en ello la voluntad de Dios.

“Como David era humilde y temeroso de Dios, Dios le pudo dar la victoria”, continuó el Apóstol Mayor: “Todos nosotros queremos conseguir la victoria con Cristo. No necesitamos ser especialmente fuertes para eso. Todo lo que tenemos que hacer es ponernos en manos de Dios y ser humildes y temerosos de Dios”.

Las obras malas

“El hombre sólo mira las obras. Dios ve el corazón”. Esto se aplica también al pecador: “El hombre mira los pecados y condena al pecador. Dios ve los pecados pero también considera el corazón del pecador. Y de acuerdo con el corazón, concede gracia o no”.

Y aquí el Apóstol Mayor citó dos ejemplos para ilustrarlo. Cuando Saúl fue desobediente frente a Dios, les echó la culpa a otros en lugar de admitir que fue error suyo. “No pudo hallar gracia”. Cuando David hizo matar a Urías para conseguir a Betsabé, reconoció, confesó y se arrepintió de su pecado.

“Esto también se aplica a nosotros: nadie es perfecto. Reconozcamos nuestros errores y arrepintámonos. Entonces Dios nos concederá su gracia”.

El parámetro divino

Dios mira el corazón. Esto no se aplica sólo a las obras malas, sino también a las buenas. “No queremos servir a Dios y ser obedientes por miedo o haciendo números”, mencionó el Apóstol Mayor Schneider con referencia a nuestra motivación. “Cuando ofrendamos, lo hacemos por agradecimiento a Dios. Cuando lo servimos, es por amor a Él. Y cuando el amor y el agradecimiento son el motivo de nuestro servicio y nuestra ofrenda, Dios colocará sobre ello su bendición”.

También cuando bendice, Dios mira el corazón, el alma. “Para algunas personas, la bendición consiste en tener buena salud, tener riqueza y éxito”. Pero: “Esta no es la forma en la que Dios nos quiere bendecir. Dios quiere bendecir nuestro corazón”. Un corazón gozoso, paz en Cristo, cada vez más cerca de Dios, cada vez más semejantes a Él, “esto es bendición”.

“Dios mira el corazón, las cosas invisibles. Esto también se refiere a la Iglesia”, dijo el Apóstol Mayor. En términos humanos, la consumación de la Iglesia significaría la afluencia de cada vez más gente y que continuase creciendo. “Mas Dios mira el corazón. Él no mide la consumación de la novia de Cristo en números”. Para Dios sólo cuenta el amor de la comunidad nupcial a Cristo y al prójimo, así como la unanimidad unos con otros. “Y cuando Él vea que haya suficiente amor a Cristo y al prójimo, que haya suficiente unanimidad, entonces dirá: ‘Ahora puedo ir’”.

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