El ministerio (22): Hombre y mujer – lo que enseña la Iglesia

La Biblia tiene mucho que decir sobre la relación y la responsabilidad del hombre y la mujer. ¿Qué conclusiones doctrinarias saca de ello la Iglesia Nueva Apostólica? Aquí los pasajes pertinentes del Catecismo y las cartas doctrinarias.

“El ser humano a imagen de Dios es la clave hermenéutica de la cuestión de la justificación de la ordenación de mujeres”. Así se pone de manifiesto en el número especial 3/2022 de los Pensamientos Guía. Pero, ¿en qué consiste que el ser humano sea la imagen de Dios?

La imagen de Dios

“El hecho de que el ser humano es la imagen de Dios plantea la relación fundamental del hombre con Dios y la relación de Dios con el hombre”. Y esto no significa en absoluto igualdad con Dios: “Hablar del ser humano como la ‘imagen de Dios’ no pretende de ninguna manera nivelar la infinita diferencia cualitativa entre Dios y el ser humano”.

El punto decisivo es: “El ser humano como imagen de Dios se hace reconocible y comprensible únicamente a través de la referencia al Dios que se revela y habla. La automanifestación de Dios es la condición previa para una adecuada comprensión del hombre: el hecho de ser una criatura, su naturaleza y su misión en el mundo”.

“Dios coloca en su criatura más excelsa el poder de vida y le garantiza ser partícipe de características divinas esenciales, como amor, personalidad, libertad, entendimiento, inmortalidad”, dice el Catecismo . Así pues, queda claro el hecho de que “el hombre haya sido creado a imagen de Dios significa que ocupa una posición excepcional dentro de la creación visible: Dios se ha dirigido a él y lo ama”.

La dignidad humana

“El hombre se destaca por su relación tanto con la creación visible como con la invisible”, prosigue el Catecismo. “Como es Dios quien ha concedido al hombre tanto esencia física como espiritual, ambas son dignas de respeto”.

Y el número especial 2/2021 de los Pensamientos Guía añade: Además, esa semejanza con Dios puede entenderse como el fundamento bíblico esencial para la dignidad humana, es decir, que todos los seres humanos, sea cual fuere su sexo, tienen el mismo valor y la misma dignidad.

La misma dignidad

“El hombre y la mujer son igualmente imagen de Dios, por lo que se relacionan directamente con Dios mismo”, explica el número especial 3/2022 de los Pensamientos Guía . “El hecho de que el ser humano sea la imagen de Dios determina la identidad esencial del hombre y la mujer”.

Hay que tener en cuenta que: “Cuando el Catecismo habla de que el hombre y la mujer son ‘diferentes’, se refiere a su diferente constitución biológica, a su diferente sexo y no a una desigualdad referida a toda la persona”. Resumiendo, “el hombre y la mujer son, por lo tanto, iguales en dignidad, aunque sean biológicamente diferentes”.

La responsabilidad compartida

El Catecismo afirma explícitamente que el hombre y la mujer han recibido el mismo encargo de “señorear” sobre la tierra, es decir, de darle forma y preservarla. La carta doctrinaria más reciente añade: "El ‘señorío’ del hombre y la mujer no difiere sustancialmente en modo alguno, por lo que cada uno de ellos no tiene sus propios ‘ámbitos de señorío’, ni tampoco le corresponden”.

Esto significa: “Como imagen de Dios, a ambos sexos les es confiada potencialmente la creación terrenal como un todo. Por lo tanto, no es posible que cada individuo lleve a cabo el encargo de señorear sobre la tierra por sí mismo, sino que esto únicamente puede lograrse en comunión y solidaridad”.

La conclusión doctrinaria

La conclusión teológica es: “La Iglesia Nueva Apostólica enseña que la mujer y el hombre fueron creados como ‘imagen de Dios’ y, por lo tanto, son de la misma naturaleza y la misma dignidad. Ambos fueron llamados en la misma medida a ‘señorear’ sobre la tierra: deben preservar y dar forma a la creación”.

“Forma parte del encargo de preservar y dar forma a la creación terrestre, que la mujer y el hombre asuman la misma responsabilidad”. Y finalmente, “esta afirmación es la base para que a ambos se les pueda confiar un ministerio y un servicio en la Iglesia y en la respectiva comunidad local”.

Hasta aquí la conclusión del Antiguo Testamento. Sin embargo, si observamos los testimonios del Nuevo Testamento, no surge de ellos una imagen clara. Los próximos episodios de esta serie tratarán esta cuestión.


Foto: snowing12 - stock.adobe.com

Información del artículo

Autor:
Fecha:
Palabras claves:

Andreas Rother
17.01.2023
ministerio, declaraciones doctrinales