Antes María, ¡ahora nosotros!

María, la madre de Jesús, fue una mujer especial. Hasta hoy sigue siendo el símbolo de la Iglesia por su firmeza en la fe. Así como ella tuvo fe, también la Iglesia debe irradiar su fe. Pensamientos al respecto provenientes de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider.

A mediados de diciembre del año pasado, el programa de viajes del Apóstol Mayor decía Pretoria en Sudáfrica. Ya que era el tiempo de Adviento predicó sobre el encuentro de dos mujeres, Elisabet y María. Ambas estaban embarazadas, ambas esperaban el nacimiento de hijos famosos, ambas tuvieron un encuentro con un ángel, ambas eran profundamente creyentes: "¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor" (Lucas 1:43-45).

Ser cristiano no es casualidad

"Vemos en María tanto el símbolo de la Iglesia de Cristo como también un ejemplo a seguir", sobreescribió el Apóstol Mayor sus profundas explicaciones. María creyó en su llamamiento y lo siguió hasta el final. "Nosotros no llegamos a ser cristianos nuevoapostólicos por casualidad, sino porque Dios nos eligió para este propósito. ¡No dudemos de nuestra elección divina!", fue la insistente exhortación del dirigente de la Iglesia. Los cristianos fueron llamados para profesar el Evangelio en palabras y obras. Su servicio es ser miembros activos de la Iglesia de Cristo, es decir, ponernos al servicio de la Iglesia. "Esta misión le da sentido a nuestra vida; ¡esforcémonos para cumplirla!".

Una fe probada es una fe firme

También María tuvo que tener fe. Y su fe fue probada duramente. Ya fue difícil para ella el tiempo hasta el nacimiento y las primeras semanas de vida del niño. En su adultez, aunque Jesús hizo milagros no liberó a Israel de los romanos. No gobernó, sino que fue rechazado e incluso se lo mató. No obstante, María lo siguió: "Todas estas experiencias no impidieron que María siguiera a Jesús hasta debajo de la cruz". Incluso después de su muerte, después de su resurrección María quedó fiel al Señor. Quedó fiel a los Apóstoles hasta que ella misma murió: "¡Un ejemplo de fe maravilloso!".

Y nuevamente el Apóstol Mayor planteó una analogía con la actualidad: "Nos hemos decidido a seguir a Jesucristo. Más de una vez pudimos disfrutar su ayuda, pero nuestra fidelidad a Cristo no nos preserva de sufrimientos. Experimentamos el poder del maligno. ¡Mas permanecemos fieles a Cristo!".

Lo imposible se hace posible

Dios puede hacer posible lo imposible, resumió el máximo dirigente de la Iglesia. Esto también es una prueba que deben pasar los cristianos de hoy. María creyó en el mensaje del ángel. "La concepción virginal de Jesucristo es un misterio inaccesible para la razón humana", manifestó. "Creemos firmemente en el arrebatamiento de la novia en el retorno de Jesús, aunque nadie pueda explicar cómo sucederá".

Dar testimonio

Dar testimonio de Jesucristo es la misión de los cristianos de hoy. Este testimonio comprende tres aspectos principales:

  • Jesucristo trae salvación.
  • Él vendrá otra vez para llevar con Él a los suyos.
  • Él envió a sus Apóstoles para preparar su retorno.

Podemos aprender hoy de María: Así como María en su tiempo fue escogida para cumplir una misión especial, los cristianos de hoy también fueron escogidos para algo especial. La elección no aconteció por casualidad, sino por una buena razón: para dar testimonio del Evangelio y en particular, del retorno del Señor.

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