“Así como Dios los creó”
Como portador de ministerio en Guyana uno se enfrenta a muchos desafíos, no solo como predicador y Pastor, sino también como barquero, maestro y constructor. Las comunidades de Wakapau y Akawini, en el norte de Sudamérica, construyeron ellas mismas los edificios de sus iglesias.
Un río atraviesa la selva. Los lugareños lo llaman arroyo porque es algo más pequeño que los demás. Pero, sin duda, es suficientemente grande como para que haya caimanes. Un bote atraviesa el agua cargado de estacas cortadas a medida. Las lleva hasta una isla.
Sin electricidad, el Pastor Hilton Smith y su hijo, el Pastor Joel Smith, así como algunos hermanos y hermanas, mezclan el hormigón, ponen los cimientos, cortan las juntas en la madera para que todo encaje y, por último, colocan las tablas. Se está construyendo una iglesia para la comunidad de Wakapau (Guyana) en el centro de la isla, ligeramente elevada sobre una pequeña colina para que pueda verse fácilmente desde cualquier punto de la isla.
Cómo llegó la Iglesia a la selva
Guyana, la “tierra de las muchas aguas”, vive de la agricultura y la minería. El descubrimiento de petróleo en 2015 trajo al país un fuerte crecimiento económico. La mayoría de los guyaneses viven en las ciudades cercanas a la costa; solo unos pocos, principalmente los indígenas sudamericanos, viven en el interior. No hay carreteras, ni tendido eléctrico, y solo en contadas ocasiones se encuentra una antena de telefonía móvil. Para desplazarse, la gente utiliza un bote o camina por la selva.
La Iglesia Nueva Apostólica está presente en Guyana desde hace tiempo, sobre todo cerca de la costa. Hoy hay nueve comunidades en Guyana, siete de las cuales son edificios de hormigón cerca de las carreteras, con electricidad. Desde 1993, con las familias Richards y Smith, la fe nuevoapostólica también ha penetrado mucho en el interior del país: en 2008 se construyó un edificio de iglesia para la comunidad de Akawini y en 2018 en Wakapau. Antes, el Pastor Hilton Smith tenía que caminar más de dos horas atravesando la peligrosa selva para cada Servicio Divino.
Apoyo de EE. UU.
Lo único que le falta a la comunidad de Wakapau son las persianas de las ventanas. “Cuando llueve, y allí ocurre a menudo, los creyentes se empapan durante el Servicio Divino”, informa el Apóstol responsable Robert Ferguson desde EE. UU. Lo comprobó en el lugar a principios de mayo de este año y se está ocupando de ello.
Aunque los materiales fueron pagados por la Iglesia regional EE. UU., las dos casas de Dios en Wakapau y Akawini se construyeron enteramente por iniciativa propia. Mientras que los cimientos de la iglesia de Wakapua son de hormigón, el edificio de Akawini se levanta sobre pilotes, ya que el Pastor Joel Smith no pudo encontrar una superficie plana y tuvo que ser preparado un suelo nivelado con maderas.
Naturalmente, los miembros de la comunidad están orgullosos de su casa de Dios. Esto también es evidente en el atuendo festivo que llevan durante el Servicio Divino con el Apóstol. Solo una cosa sigue siendo un misterio para el Apóstol Robert Ferguson: cómo se las arregló el Pastor para planchar su camisa en medio de la selva sin electricidad.
Músico principal e instructor
Para el viaje de ida y vuelta entre las dos comunidades, el Pastor Joel Smith, el hijo, usa el bote que le compró la Iglesia. Junto con otros portadores de ministerio de Guyana, que lo acompañan regularmente a los Servicios Divinos de Wakapau y Akawini, hace el recorrido en dos horas. El vehículo a motor viaja a toda velocidad. Una y otra vez, el Pastor Smith tiene que llenar el tanque con la gasolina que lleva en los bidones del asiento trasero.
Muchos de los hermanos y hermanas son analfabetos. Hay una escuela, pero pocos maestros. Es tarea de los portadores de ministerio explicar a los creyentes la Biblia y la fe. “El portador de ministerio hace mucho más que predicar la palabra”, dice el Apóstol. “Realmente enseñan y educan a todos los que quizá no reciban ninguna otra educación”. A cantar también se aprende escuchando. “Para ser un buen portador de ministerio, tienes que saber cantar en voz alta. Todos los creyentes te escuchan y aprenden la melodía y la letra”.
Humildes, agradecidos y felices
Los efectos del cambio climático se dejan sentir en forma de sequía. En muchos lugares, el nivel de los ríos ha descendido bruscamente, provocando zonas fangosas. Antes se podía llegar en bote casi hasta la iglesia, pero ahora los aldeanos han colocado tablones sobre el terreno fangoso para poder llegar al pueblo por tierra seca.
La mayoría de los hombres se van de casa durante tres o cuatro meses para ganar dinero en algún sitio. “Y, sin embargo, son gente feliz”, dice su Apóstol. “Están agradecidos por su fe. Son fieles, humildes y puros. Aunque no tienen mucho, son felices y están agradecidos al Señor. Son simplemente así como Dios los creó”.
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Katrin Löwen
12.09.2024
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