¡Quédate en tu lugar!

Lamentablemente, el viaje previsto a la República Democrática del Congo tuvo que ser cancelado, por lo que el Apóstol Mayor fue a la cercana localidad de Altkirch, en el sur de Alsacia (Francia). No dejar nuestro lugar, una interesante prédica esperaba a la comunidad.

El texto bíblico para la prédica fue tomado de Salmos 139:5: “Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano”. La quintaesencia de este texto es evidente: Dios ama y protege a las personas y las llama a su servicio. Pero no es tan sencillo, pues en el mismo se abordan varios niveles, aclaró el Apóstol Mayor.

“Dios vela por nuestra existencia material. Él cubre nuestras necesidades y envía a sus ángeles para que nos protejan”. Su objetivo es “protegernos de los peligros materiales que puedan ser un obstáculo para nuestra salvación”. Él interviene “tantas veces como sea necesario en nuestra vida para que podamos seguir el camino que nos ha trazado”. Él vela por nosotros, aunque “no hayamos pedido específicamente la protección de sus ángeles”. La intervención de Dios no está condicionada por nuestras oraciones.

Dios ayuda material y espiritualmente

“Dios también provee las necesidades de nuestra alma y vela por nuestra seguridad espiritual. La mano de Dios sobre nosotros es una imagen de la bendición que nos otorga”. Nos recuerda que somos sus hijos: “Él nos ha comprado, le pertenecemos, nos ama, hagamos lo que hagamos y estemos donde estemos”.

El máximo dirigente de la Iglesia abordó las diferentes dimensiones de la ayuda de Dios:

“Dios protege a los creyentes de lo que está detrás de ellos”:

  • Les perdona los errores que han cometido.
  • Los libera del yugo del pasado haciéndolos nuevas criaturas en Cristo. Por lo tanto, ya no están atados por sus orígenes, su historia familiar o su propia trayectoria en la vida.

“Pone su mano delante de los creyentes. Ellos no tienen motivos para sentir temor del futuro”:

  • Prevé las dificultades que vendrán y se asegura de que puedan superarlas.
  • Es Él quien tendrá la última palabra.
  • Él completará su santificación por su gracia.

“Dios pone su mano sobre los que llama a su servicio”:

No olvidemos nunca el llamado de Dios, sean cuales fueren las circunstancias de la vida que atravesemos. Este fue el llamamiento insistente del Apóstol Mayor a la comunidad que lo estaba escuchando. “Dios nos ha llamado a servirlo aquí y ahora. Él está con nosotros, no tenemos nada que temer. No tengamos miedo de hablar de Jesús a los que no lo conocen”.

Otra forma de servir a Dios, especialmente dentro de la iglesia, es llorar con los que lloran y gozarse con los que se gozan, dijo el dirigente de la Iglesia. “Tomémonos el tiempo de escuchar a nuestro prójimo cuando nos cuente su alegría o su dolor. Mostrémosle que lo compartimos”. También le pareció importante subrayar que no se debe interrumpir al prójimo después de unas frases cuando quiere contar con detalle lo que le acaba de pasar. “¡Seamos una herramienta en la mano de Dios!”.

Rodear tiene sus límites

Dios también pone límites, subrayó el Apóstol Mayor Schneider. Nos pide que nos quedemos en el lugar que nos ha reservado:

  • “No dejemos nuestro lugar mostrando una falsa humildad. El Señor no aceptó que Moisés y Jeremías dieran malas razones para no hacer lo que Él les pedía”.
  • “No nos pongamos en primer lugar. Solo somos herramientas en la mano del Maestro. El honor y la alabanza únicamente se deben a Dios”.
  • “No nos corresponde juzgar y mucho menos castigar al pecador”.
  • Nuestras acciones deben ajustarse al marco dado por el Señor: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31).

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Peter Johanning
04.08.2021
Francia, apóstol mayor, servicio Divino