¡No estás solo!

“Nunca he disfrutado tanto de ir a la escuela el sábado”. Con estas palabras el Apóstol Mayor Schneider se despidió de Ho (Ghana), donde celebró un Servicio Divino en el auditorio de la escuela Mawuli el 26 de marzo.

Como base para este Servicio Divino, el dirigente de la Iglesia eligió el pasaje bíblico de Juan 8:29: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”.

El Apóstol Mayor Schneider comenzó su prédica con una referencia al lema del año Juntos en Cristo: “Es una gran alegría encontrarnos y reunirnos aquí en este hermoso lugar. Nuestra alegría es que estamos juntos, pero juntos en Cristo. Estamos juntos porque tenemos el mismo Salvador y el mismo Maestro. Estamos juntos porque tenemos la misma meta. Queremos ser como Cristo y queremos estar con Cristo en su reino”.

Por eso los creyentes se preparan juntos para el retorno de Cristo, dijo el Apóstol Mayor. Para ello es necesario preguntar una y otra vez por la voluntad de Dios y orientarse en ella.

Jesús cumplió esta voluntad. “Escuchó al Espíritu Santo y creyó en su mensaje. Creyó que Dios es su Padre lleno de amor, que es voluntad de Dios la salvación de todos los seres humanos y que Él fue enviado para hacer su contribución al plan de salvación de Dios”.

Jesús conocía la voluntad de Dios y la cumplía manteniéndose obediente.

Un ejemplo de la vida cotidiana

En la vida humana hay diferentes razones por las que alguien es obediente: “A menudo las personas son obedientes, obedecen al Señor porque no quieren ser castigadas”.

El dirigente de la Iglesia lo dejó claro con un ejemplo cotidiano. En el tránsito en las calles, nadie cree que sea peligroso conducir un poco más rápido que la velocidad permitida. La gente tiene miedo de cruzarse con la policía y tener que pagar una multa.

En este caso, se obedece por miedo a ser castigado.

“Otros son obedientes porque esperan una recompensa. Dicen: Bueno, si soy obediente, si hago lo que me dicen, entonces conseguiré algo”.

Cristo fue obediente porque ama a Dios y a los seres humanos y quería ser uno con su Padre, dijo el Apóstol Mayor. Jesús mismo dijo: “Mi comida es que haga la voluntad de mi Padre”. Con esto, Jesús expresó que hacer la voluntad de Dios era tan importante para Él como comer.

Jesús también “aceptó aprender a ser obediente. Y luego algo muy interesante: tuvo que aprender a ser obediente como ser humano”. El Apóstol Mayor continuó explicando que Jesús se dejó guiar por el Espíritu Santo. Así, al principio de su actividad, se dirigió exclusivamente al pueblo judío. “Pero entonces conoció a varios gentiles muy devotos. Conoció a la mujer griega. Se encontró con el soldado romano. No eran personas judías”, informó el Apóstol Mayor. “Pero Jesús tuvo estas experiencias y el Espíritu Santo le enseñó”. A través de este proceso de aprendizaje, Jesús pudo decir: "Soy enviado para todo aquel que cree en mí. Todo aquel que cree en mí tendrá vida eterna”.

No se haga mi voluntad

Incluso cuando las cosas se pusieron difíciles, Jesús puso la voluntad de Dios por encima de su propia voluntad, dijo el Apóstol Mayor. Esto quedó claro en sus palabras de Lucas 22:42: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

Al estar completamente unido a su Padre, pudo experimentar la cercanía de Dios de una manera especial. Jesús sabía: “Dios lo tiene todo en su mano, Él ordena, todo va según su plan. Dios está activo. Y eso fue un gran consuelo para Él. No estoy solo. Dios está activo. Él trabaja para mí; trabaja para su plan”.

El Apóstol Mayor Schneider enumeró cómo Dios envió una y otra vez ayuda a su Hijo:

  • “Primero le dio los discípulos para que fueran con Él. Recibió ayuda de algunas mujeres, de algunos hombres, buenos amigos que lo ayudaron”.
  • “En el Monte de los Olivos recibió la ayuda de un ángel enviado por Dios para fortalecerlo”.
  • “Y cuando tuvo que llevar su cruz, Dios le envió a Simón de Cirene para que llevara la cruz”.

De esta manera, Dios mostró a Jesús que no estaba solo. Le envió personas y ángeles para ayudarlo. “Dios lo ayudó a mantenerse fiel y a resistir la tentación hasta el final, con la ayuda de Dios pudo cumplir su misión de manera perfecta. Y al final, Dios lo exaltó”.

¿Dispuesto?

Al final de su prédica, el Apóstol Mayor planteó la pregunta: “¿Y qué pasa contigo? Su voluntad es que ames a Dios y a tu prójimo. Su voluntad es que confíes en Él y lo sigas por amor. Su voluntad es llevarte a su reino, pero también a tu hermano, a tu hermana y a tu prójimo. Y su voluntad es que contribuyas a su salvación. Su voluntad es que contribuyas a la unidad de la Iglesia. ¿Estás dispuesto a hacer la voluntad de Dios?”.

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Simon Heiniger
13.04.2022
Ghana, apóstol mayor, servicio Divino