Pequeña contribución, gran ejemplo

Todos pueden contribuir. Y no es la cantidad lo que cuenta, sino el amor. Lo demostró la pobre viuda. Lo que pueden aprender hoy los creyentes de su ejemplo se pudo conocer en Paramaribo (Surinam) el 31 de julio de 2022.

“Nuestra palabra bíblica de hoy es un extracto de una de las historias de Jesucristo más cortas”. Así introdujo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider los versículos de Lucas 21:3-4: "Y él “Y [Jesús] dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía”.

“Jesús estaba en el templo y vio a los ricos traer sus ofrendas”, relata el Apóstol Mayor. “Había preparada una gran caja de ofrendas y los ricos daban mucho dinero. Pero Jesús vio a una viuda muy pobre. Las mujeres de Israel de aquella época, que habían perdido a sus maridos, no tenían dinero, no tenían a nadie que las cuidara. Pero esta viuda fue y puso muy poco dinero en la caja de ofrendas. Jesús le dijo: ¡Echó más que todos los ricos! Porque los ricos dieron de su abundancia, lo que les sobraba, mas la viuda echó todo el sustento que tenía”.

Jesús ama a los pobres

“De ello se desprende, una vez más, que Jesús siempre se dedicó especialmente a los pobres”, subrayó el dirigente de la Iglesia. “Tenía una relación especial con los pobres de Israel, y también tenía un interés especial en ellos”.

¿Por qué? “Porque compartía su sufrimiento”. Los judíos de aquella época creían que la riqueza era una bendición y que la pobreza significaba que Dios no amaba a alguien. “Jesús quiso decir: eso no es cierto”. Dios ama a todas las personas y comparte su sufrimiento. Pero “Dios está especialmente cerca de los pobres porque son los que más sufren las consecuencias del pecado. Los pobres sufren por la injusticia que existe en el mundo”.

Jesús quiere la salvación de todos

“Jesús quiso llevar la salvación a todos, a los pobres y a los ricos”, enfatizó el Apóstol Mayor. Y la salvación no consistió en que Jesús “revolucionara la sociedad y desmantelara la injusticia”. Vino para redimir a todos los seres humanos del pecado. Para lograrlo, hay una regla: “Debes amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y debes amar a tu prójimo como a ti mismo”.

Amar a Dios con todo el corazón

La viuda dio el ejemplo: Ella amaba a Dios “con todo su corazón y con todas sus fuerzas”, explicó el Apóstol Mayor. A pesar de sus dificultades, ella amaba a Dios y era importante para ella expresar su amor y dar algo a Dios y encontrarse con Él. La oportunidad de contribuir al mantenimiento del templo con su ofrenda era justo lo que ella necesitaba.

También fue un ejemplo de confianza en Dios. Puso lo que necesitaba para vivir un día en la caja de ofrendas: “Sabía que se lo daba a Dios y confiaba en Él. Él hará bien las cosas, me cuidará”.

¿Qué significa esto para nosotros hoy?

La viuda es el ejemplo de amar a Dios con todo el corazón, sin importar cómo a uno le vaya. Y la historia muestra: “Lo importante no es lo que le damos a Dios, sino lo que no le damos”. El Apóstol Mayor apeló a preguntarse si uno le da más importancia a algunas cosas que a la comunión con Dios, y a qué podría renunciar para fortalecer la comunión con Dios. El presidente de la Iglesia recordó la confianza de la viuda en que Dios la proveería: “Hagamos realidad esta confianza infantil en Dios, nuestro Padre celestial”.

La Iglesia como templo

La Iglesia es para los cristianos de hoy lo que el templo era para la viuda de entonces. “¿Qué importancia tienen para nosotros nuestros encuentros con Dios?”, preguntó el Apóstol Mayor, refiriéndose al tiempo invertido en asistir a los Servicios Divinos.

La viuda no pensó que el mantenimiento del templo lo debían pagar los ricos. “No podemos decir: Sí, la Obra de Dios, la Iglesia, eso es cosa de los Apóstoles y de los portadores de ministerio. No, el amado Dios espera que cada uno contribuya con su fuerza, su energía, sus dones”.

En conclusión, el Apóstol Mayor enfatizó que la pobreza y el sufrimiento no son una señal de que Dios no nos ama o nos ha olvidado. En tales situaciones, “necesitamos a Dios, necesitamos a Jesucristo y nos necesitamos unos a otros en la vida. También necesitamos encuentros en el Servicio Divino en la comunidad”. Por eso, es importante comprometerse con la Iglesia y con el prójimo, para que todos puedan alcanzar la salvación y sentirse bien en la comunidad.

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Katrin Löwen
15.09.2022
Suriname, apóstol mayor, servicio Divino