Churros en lugar de tarta Selva Negra

Ofertas de trabajo, un gran amor o la insatisfacción en el país de origen. Las razones para buscar un nuevo hogar en un país extranjero son diferentes para cada individuo. Vivir y tener una creencia en un país extranjero es un reto para los emigrantes.

Niklas Hurst (31) se mudó de la tranquila ciudad de Titisee-Neustadt, en la Selva Negra (Alemania), a Santiago de Querétaro, en el centro de México. Querétaro significa “lugar de mucha gente”. En la capital del estado del mismo nombre viven 1,2 millones de personas.

Niklas trabaja allí como ingeniero de procesos en la sede mexicana de un fabricante internacional de tecnología de engranajes y transmisiones. Al finalizar sus estudios en 2016, con 24 años, trasladó su centro de vida a ese país, situado entre EE. UU. y Centroamérica. No solo 9.561 km en línea recta, entre su antiguo y su nuevo hogar hay un océano y siete husos horarios. Las dos culturas también son muy diferentes. Niklas tiene cosas positivas que decir sobre ambos mundos, aunque ha experimentado los lados negativos de los dos países.

Ser cristiano 24/7

Ser cristiano en la vida cotidiana a veces es difícil. Especialmente la rutina diaria en el trabajo, con todas sus exigencias, lleva a Niklas a concentrarse rápidamente en otra cosa: “Cuando me levanto por la mañana, enseguida empieza el parloteo. ¿Qué tenemos que hacer hoy? ¿Qué es importante hoy? ¿Qué problemas tenemos ahora y cómo podemos resolverlos?”.

A diferencia de su hogar en la Selva Negra, en México hay pocas comunidades y pocos hermanos. En el país, que es seis veces más grande que Alemania, hay 19 comunidades. En comparación, la capital alemana, Berlín, cuenta con 20 comunidades, por no hablar de las aproximadamente 1.700 comunidades de Kinshasa (República Democrática del Congo).

Niklas recurre a todas las experiencias de fe que pudo reunir en el pasado. El hecho de que durante la pandemia de coronavirus se haya comenzado con los Servicios Divinos por vídeo le vino bien. Pero dice que era extraño ver los Servicios Divinos solo por YouTube, observando una gran comunidad con toda su riqueza: muchos portadores de ministerio, un gran coro, música de órgano y luego también el festejo de la Santa Cena. “Entonces me puse un vaso de vino tinto y un pan al lado” para poder participar de esa manera, explica Niklas. Es consciente de que “eso no era el cuerpo y la sangre de Cristo, era comida vacía, por así decirlo. Pero, no obstante, así es como lo manejé al principio”.

Fundar una iglesia en la sala de estar

Cuando volvió a ser posible, Niklas visitó la pequeña comunidad Irapuato, a unos 120 kilómetros de distancia. Sin embargo, por aquel entonces apenas hablaba español: “Eso significa que vas hasta allí y no entiendes ni una palabra y luego te vuelves”. Y, sin embargo, “tengo que hacerlo. Forma parte de mí. Forma parte de mi vida. En algún momento te falta algo”. Debido a los traslados, ya no pudieron celebrarse Servicios Divinos en Iraquato a partir de mediados de 2022. Como su tío y su familia también se mudaron cerca, pusieron a disposición su sala de estar para los Servicios Divinos y, tras consultar con el Apóstol responsable, desde el 1° de enero de 2023 se celebran Servicios Divinos una vez al mes en Querétaro. Algún otro domingo al mes más, Niklas y su tío se dirigen a la comunidad situada a 200 kilómetros al norte de Ciudad de México. Sin embargo, el viaje en ómnibus dura 2,5 horas cada trayecto por una de las carreteras más peligrosas. Cada año, un promedio de 16.700 personas mueren en accidentes en las carreteras de México.

A la pregunta de si la comunidad en el norte de Ciudad de México es grande, Niklas responde con una sonrisa: “La última vez éramos tres. El Pastor, mi tío y yo”. El deseo de tener comunión con Cristo en la Santa Cena lleva a Niklas a emprender este camino una y otra vez. Como los Servicios Divinos se celebran en la sala de estar de la casa de su tío, siempre tiene un paquete de hostias disponible. “Podría devorármelo todo”, dice. Pero, “mientras no estén consagradas, no tienen contenido”. Recién fue consciente realmente del valor del ministerio de Pastor en México. Aunque en su comunidad natal de Alemania solía haber disponible un solo Pastor, siempre era posible celebrar Servicios Divinos con Santa Cena en el lugar. Allí era algo naturpal.

Aquí estoy en casa

Cuando se le pregunta si nunca pensó en unirse a otra congregación cristiana local para no estar solo, Niklas responde rápido y con firmeza: “Si la Iglesia Nueva Apostólica es la iglesia correcta para mí o no, eso lo tuve claro relativamente rápido”. Quien se hace esta pregunta debe ser muy abierto al respecto y buscar el diálogo con los portadores de ministerio locales. Así es como él también encontró la certeza: “Genial, estoy en la Iglesia correcta, aquí me siento protegido”.

Pero ¿es realmente tan fácil cuando uno está solo en algún lugar? “Requiere cierta actividad por mi parte”, dice Niklas. “No puedo limitarme a decir: sí bueno, lo lamento, amado Dios, pero aquí no hay iglesia. Lo siento”. Él mismo tuvo la experiencia de que cuando Dios ve el deseo y el esfuerzo, también crea oportunidades y fortalece la fe. Aun así, no es fácil y la decisión de vivir sin Dios, en cambio, cuando uno se aleja del entorno familiar, es “muy, muy fácil”.

Lo que Niklas quiere llevarse consigo

Para Niklas, una cosa es segura: tarde o temprano le gustaría volver con su familia a su antiguo hogar. Pero ya ha aprendido mucho sobre sí mismo y su fe. Ahora también reconoce el valor de una comunidad, por pequeña que sea, y sabe: “Cuando vuelva a Alemania, tampoco será algo obvio tener comunidad activa”. Y subraya: “En algún momento, hay que hacerse la pregunta: ¿Qué es importante para mí? Y si llego a la conclusión de que mi fe es importante para mí, la comunidad y la comunión también lo son. Me conmueve cuando oigo un coro y entonces me uno a él y canto en el coro”.

También le preocupa mucho que la comunidad hable más abiertamente de cuestiones de fe: “Después del Servicio Divino, no se puede decir: Sí, ¿y qué hay para comer hoy? En su lugar, el enfoque debería ser automáticamente: ¿Qué has experimentado? ¿Cuál ha sido tu experiencia de fe? ¿Qué puedo aportar a los demás? ¿Qué puedes darme tú en términos de experiencia, en términos de vivencias, para edificarnos unos a otros en la fe? Eso es lo interesante que he descubierto por mí mismo aquí”.

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