A veces lo que escuchamos del altar no se adapta a lo que vivimos. ¿Qué hay que hacer entonces? Respuestas de un Servicio Divino del Apóstol Mayor. También explica por qué es tan importante hacer lo correcto, y no sólo para nosotros mismos.
Justo 3.300 concurrentes hubo en el Servicio Divino del 17 de mayo de 2015 en la jornada de la juventud de Alemania Central, realizada en Erfurt. Sirvió como base el texto bíblico de Hechos 22:14-15: «Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído».
Nadie se ganó la gracia
Con el ejemplo del Apóstol Pablo, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider dejó claro: «Dios te ha escogido. Esta elección es una gracia. Una cosa es segura: no la hemos ganado». No es una casualidad haber llegado a ser cristiano. «Hemos llegado a serlo porque Dios nos ha elegido muy conscientemente. Tú no estás aquí porque tu padre, tu madre pertenecen a la Iglesia, porque has nacido en Alemania o en Polonia, entonces uno es un cristiano. Tú en forma completamente personal, tú has sido escogido por Dios, Él te ha escogido muy conscientemente, ¡porque eres tú!».
«Dios te ha concedido esta gracia, Él se ha decidido por ti», dice el Apóstol Mayor Schneider. «Pero tú eres libre y puedes hacer lo que quieres. Puedes aceptar esta elección o no. La puedes confirmar o no». «Para tomar esta decisión debes saber de qué se trata», siguió diciendo: «Has sido escogido para que conozcas su voluntad. Él nos ha escogido para darnos la salvación. Muy concretamente: Él te ha escogido para que puedas desarrollarte conforme a la imagen de Cristo».
Camino, meta y formación
Asimismo es voluntad de Dios que Él ha determinado un camino a esta meta: «Es el camino de la fe, es el camino del renacimiento, es el camino de la Santa Cena, es el camino del seguimiento. No lo inventamos nosotros, el Señor Jesús mismo lo definió», expresó el Apóstol Mayor. «Y todavía hay un tercer aspecto de su voluntad, que debemos conocer: lo que Él me da, también se lo quiere dar a otros. Cada cristiano ha sido llamado para transmitir el Evangelio. Cada cristiano ha sido llamado para colaborar en el plan divino de salvación. Tenemos un futuro: en el reino de paz debemos acercar el Evangelio a todos los hombres de todos los tiempos».
«Para llegar allí debemos tener una formación. Y esta formación consiste en que aprendamos a ver al Señor y a oír al Señor». Las personas tienen sus formas de ver de todo lo que debería hacer el Dios de amor. «Pero más enseñanza recibimos del Espíritu Santo, mejor conocemos el amor de Dios. Conocemos el amor de Dios en el obrar salvífico del Señor Jesús. Su sacrificio, su resurrección, su promesa. En ello vemos el amor de Dios». Y después cuando miramos al prójimo, «el torcido o el raro o el extraño que es totalmente diferente a mí, ¿qué veo entonces? Entonces veo al Señor que está trabajando».
Encargo: ser testigo
«Aprendamos también a oír al Señor. Oír su voz», se refirió el Apóstol Mayor Schneider al texto bíblico. «El amado Dios no siempre baja del cielo para decirnos lo que debemos hacer. A veces –todavía hoy– necesita simplemente una herramienta. A veces viene en la figura de papá y mamá, del hermano en la fe y la hermana en la fe, del siervo y asistente espiritual. Y a veces también habla directamente en el propio corazón.
«Cuando ahora hayamos pasado por esta formación, entonces debemos ser un testigo delante de los hombres», explicó. «Ser un testigo significa transmitir lo que uno mismo ha vivido. Nuestro encargo no es hacer grandes debates para convencer a los demás. Nuestro encargo simplemente es transmitirlo, transmitir lo que hemos vivido nosotros mismos».
Implorar por vivirlo
Para ser un verdadero testigo de Cristo, primero hay que vivir algo acorde. Sin embargo, «a uno le sucede que se da cuenta de que hay una discrepancia entre la teoría y la práctica. Hay una diferencia enorme entre lo que es predicado y lo que yo vivo». Y entonces existe el peligro básicamente de cuestionar todo. «Precisamente aquí debes afirmar tu elección y decir: ¡No, yo quiero vivirlo! Si aquellos dicen que es así, no me alcanza, yo quiero vivirlo. Y por eso hay que implorar y luchar».
Luego se trata de mostrar al Señor que necesito un encuentro con el Señor, «y entonces hay que orar y otra vez orar. Y a veces –a mí me pasa– mendigamos y mendigamos: Por favor, por favor, quiero vivirlo realmente». Para tener experiencias en la fe, hay que creer y también hacer lo que se cree. «Cuando uno lo hace, experimenta a Dios. Entonces podemos ser verdaderos testigos y una fuente de bendición para nuestro prójimo».