Edificar la casa de la fe sobre la roca. Es una vieja y conocida imagen. ¿Pero qué significa realmente? El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider dio nuevos impulsos al respecto en su reciente Servicio Divino en Hungría.
El texto bíblico para el Servicio Divino del 20 de junio de 2015 en la capital húngara Bucarest, provenía de Lucas 6:47-48: «Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca».
La roca es Jesucristo
«Todos deben edificar su casa de la fe», explicó el Apóstol Mayor. «La edificación consiste en lo siguiente: ¿Qué haces tú con tu vida? ¿Qué pasa con tu fe? ¿Cómo estás frente a Dios?». En las imágenes bíblicas, la roca es a menudo usada como símbolo del Hijo de Dios, el Redentor. «La roca es algo fuerte, firme, inamovible: Jesucristo».
El agua y la tormenta tienen un doble sentido. Son «una imagen de las tribulaciones, el mal al que está expuesto cada individuo, las pruebas, la adversidad. Pero el agua también es el símbolo del juicio de Dios». En el retorno de Cristo se decidirá: «¿Eres digno o no de participar del día del Señor?». El que no participa de la Primera Resurrección, será juzgado en el juicio final: «¿Puedes entrar o no en la nueva creación?».
Cuando la fe se vuelve un mero hábito
«Depende de cómo el hombre edifica su casa, si permanecerá ante Dios o no», se refirió el Apóstol Mayor Schneider a las palabras de Jesús: «Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace». Esto deja en claro que: una fe que se practica como un mero hábito, por la que se viene regularmente al Servicio Divino, se ora y se trae ofrendas, no alcanza para ser justificado delante de Dios. Hay que hacer algo más, obrar conforme a su fe y poner por obra el Evangelio muy concretamente».
El Apóstol Mayor tomó los parámetros para cómo debemos practicar nuestra fe del Sermón del Monte que se encuentra en el Evangelio de Mateo o bien del Sermón en el llano que se encuentra en el Evangelio de Lucas, del cual forma parte el texto bíblico del Servicio Divino:
- «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Lucas 6:31): «Nosotros escuchamos la palabra, creemos, pero ¿la ponemos por obra?», mencionó el Apóstol Mayor: «¿Hablamos con nuestro prójimo así como quisiéramos que él hable con nosotros? Y cuando hablamos sobre él, lo hacemos como nosotros esperamos que él lo haga?».
- «Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano» (de Lucas 6:42): «¿Lo hacemos verdaderamente? Si somos sinceros, no siempre».
- El que quiere que Dios lo perdone, debe perdonar a su prójimo (cf. Mateo 6:14-15): «Eso lo sabemos y lo creemos, pero ¿lo hacemos?».
«Naturalmente, todos somos imperfectos, nadie puede decir que pone por obra el Evangelio un cien por ciento», destacó el Apóstol Mayor Schneider. «Eso también lo sabe el amado Dios. Pero Él quiere ver si nos esforzamos seriamente por obrar de acuerdo a ello. Si Dios ve que nos esforzamos seriamente, nos regalará su gracia».
Cavando lo suficientemente hondo
Finalmente, el Apóstol Mayor abordó la palabra «ahondó»: «Se trata entonces, de que nuestra fe tenga un fundamento profundo, que esté directamente fundada sobre la roca, Jesucristo». Hay creyentes que edifican sobre Jesucristo, pero que no cavan lo suficientemente hondo. «Queda todavía una capa de tierra entre su casa y la roca. Ellos obedecen al Evangelio porque esperan algo a cambio». Ellos esperan que: «si somos fieles, Dios nos guardará de todo mal, hará que nuestra vida sobre la tierra sea agradable y placentera». Esto funcionará por un tiempo, hasta que un día llega una prueba grande. «Su desilusión es tan grande que toda su fe colapsa».
«Cavemos más hondo, que nuestro fundamento sea directamente sobre la roca, sobre Jesucristo», apela el Apóstol Mayor Schneider: «No vemos en su palabra, en su ley una regla que hay que obedecer para que nos vaya bien. Reconocemos su amor en su palabra, en su ley. Y como su amor es tan grande, lo amamos. Como lo amamos, guardamos sus mandamientos. Esta es una motivación completamente diferente».
«Esta es una vinculación maravillosa y firme con la roca Jesucristo», concluyó el Apóstol Mayor. «Si estoy desilusionado por la vida y todo es difícil, sufro, pero no me separo de Jesucristo. Sé que esto no cambiará su amor por mí, y que tampoco cambiará mi amor por Él. Edifiquemos nuestra fe sobre la roca Jesucristo en vinculación directa con Él, entonces estaremos justificados delante de Dios».