No hay duda, la luz desaloja a la noche. Y el día del Señor despuntará. Entonces hay que despertar a tiempo y hacerlo correctamente. Brilla la luz de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.
Fue en la época de las noches más largas de año cuando el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider realizó el Servicio Divino, el 20 de diciembre de 2015, en Astana (Kazajstán). «La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz». Así dice el texto bíblico de Romanos 13:12 que sirvió de base para la prédica.
Luz y oscuridad
Ya sea en la historia de la creación o el nacimiento de Jesús, en la liberación de Pedro o la conversión de Pablo: «Donde Dios está presente, donde Dios obra, hay luz. Allí hay claridad. Allí hay verdad, seguridad, vida», dijo el Apóstol Mayor. «Esta imagen se encuentra una y otra vez en la Biblia».
La imagen del día que sigue a la noche, pretende aclarar que el retorno del Señor no se puede detener: «Aunque la noche sea muy oscura y dure mucho, todos saben que las tinieblas no pueden detener al día. El día vendrá, esto es absolutamente seguro».
Advertencia y llamado de atención
Pero con esto va ligado un llamamiento: «Te debes levantar del sueño». A eso invitó Pablo ya en el versículo 11. Aquí el Apóstol Mayor Schneider ve dos aspectos:
- El que duerne, no puede mostrar reacción: «Cada vez que oímos que el Señor viene pronto, debemos reaccionar. Estemos llenos de celo: Me tengo que preparar, qué tengo que hacer».
- El que duerme, no puede reconocer peligros: «Si pensamos: Yo estoy bautizado y sellado, estoy en cada Servicio Divino, estoy presente, entonces estamos en peligro». Pues «nuestra fe no es una fe por tradición. No se trata de repetir eternamente lo mismo, sino de evolucionar, volverse completamente diferente».
Obras y armas
Dos exhortaciones más para obrar menciona la epístola a los Romanos en el versículo 12: desechar las obras de las tinieblas y vestirse de las armas de la luz.
«Obras de las tinieblas es todo lo que se hace en lo oculto», explicó el Apóstol Mayor: «No sólo limpiemos nuestras obras. Limpiemos también nuestros pensamientos. Venzamos también los pecados ocultos. Aquellos que nadie conoce, que nadie ve. Pero que para el Señor son igual de importantes que los demás».
Las armas de la luz se pueden utilizar tanto defensiva como ofensivamente:
- La fe nos permite resistir al pensamiento de que Dios nos ha olvidado: «Aunque estemos en lo profundo de la noche, saquemos esa arma y digámosle al maligno: ¡Yo tengo fe en que el Señor me ama!».
- «El amor es la única arma que no hiere a nadie, pero que siempre sale vencedora». Sirve para defenderse «cuando somos atacados por la debilidad de nuestro prójimo». Y «con esta arma podemos luchar por la salvación de nuestro prójimo».
- La esperanza combate el desaliento: «Nos ocupamos de la futura gloria. Luchamos por nuestra salvación. Porque sabemos que siempre vale la pena».
«Nos defendemos y luchamos contra el mal con la fe, con el amor y con la esperanza», dijo el Apóstol Mayor para terminar: «La victoria es segura para nosotros. El que lucha con Cristo, siempre vence».