Sobre el Día Internacional de la Lengua Materna: construir puentes con palabras
«Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero». 6000 lenguas se desarrollaron desde aquel entonces, mas toda persona habla una lengua: su lengua materna.
En aquel tiempo las personas construyeron una torre alta, querían que su cúspide llegara al cielo y terminaron con la confusión de lenguas transmitida por la Biblia. Ya nadie entendía la lengua de su vecino (Génesis 11).
En todo el mundo hay 6.000 lenguas, con tendencia en baja. Algunas lenguas desaparecen. Cada año desaparece alguna lengua porque no hay quién la hable. 3.000 lenguas están gravemente amenazadas. Esta es la razón por la que la UNESCO declaró en el año 2000 por primera vez el Día Internacional en conmemoración de la Lengua Materna; y desde entonces se festeja cada año el 21 de febrero.
«El Día Internacional de la Lengua Materna recuerda la importancia cultural que tiene la lengua. Se propone promover el plurilingüismo y el uso de la lengua materna, así como fortalecer la conciencia por las tradiciones lingüísticas y culturales», explica la UNESCO. Se piensa ante todo en las así llamadas lenguas de las minorías, que son habladas por menos de 10.000 personas. Las próximas generaciones ya no serán instruidas en esas lenguas; sus lenguas e identidades se perderán.
Los idiomas unen y transmiten
Para hacer entendible una lengua materna a aquellos que no la hablan, se necesita a los traductores. A través de su trabajo se vuelve claro de qué se trata. Al mismo tiempo cultivan la diversidad lingüística y unen a las personas entre sí, más allá de las fronteras de los idiomas.
Las personas que entienden, hablan y escriben varias lenguas, unen los conocimientos y las experiencias trascendiendo los países y las fronteras; también en la Iglesia Nueva Apostólica hay hermanos y hermanas en todos los continentes que colaboran de esta manera: sin ellos no habría nac.today, no habría community, no habría traducción en los Servicios Divinos.
«Mi lengua preferida es el alemán, pues es la lengua de mis antepasados, la que yo hablaba de niña», informa Elisabet, que trabaja como traductora en Sudamérica desde hace justo 30 años en la administración de la Iglesia Nueva Apostólica. «Ser una herramienta para que los tesoros ocultos en las palabras de otros idiomas también enriquezcan a las personas que no conocen esa lengua», es una motivación para su tarea a veces nada sencilla.
Lengua de la fe con peso especial
Además de la lengua materna y la lengua extranjera también está la lengua de la fe, opina Jacky, oriundo de Alsacia. El Catecismo habla una lengua culta. En muchas páginas, el libro de la fe describe la doctrina de la Iglesia; no siempre con una tonalidad burguesa, sino con palabras que permiten una profundidad teológica y que, de últimas, preocupan un poco cuando hay que traducirlas: no fue miedo lo que acompañó al trabajo de traducción, sino más bien una responsabilidad especial y «el tomar conciencia de una cierta audacia en el emprendimiento», sonríe con satisfacción Jacky, un traductor, después de terminado el trabajo.
Y también David, quien colaboró en Pentecostés 2015 en Lusaka como intérprete, informa sobre los instantes previos al Servicio Divino: «Volví a mirar algunos vocablos especiales, hice ejercicios de dicción y ante todo, la oración. Y entonces fui un rato de la cabina de traducción al estadio para poder ver la grandiosa atmósfera que se vivía en medio de nuestros hermanos y hermanas zambianos». Traducir la prédica es algo distinto a adaptar las instrucciones de uso de un televisor; y esto no sólo depende de los dialectos de los que son llamados a colaborar, dice David.
Lengua de partida y de llegada
Al escribir el título de aquí arriba se vuelve a sentir directamente la problemática de los traductores; a la pregunta sobre lo más exigente en las traducciones explica Jacky: «El desafío es decir (casi) lo mismo que en la lengua de partida y esto en la mejor calidad lingüística posible adaptada de la lengua de partida a la lengua de llegada».
Aprender idiomas extranjeros
¿Y cuál es la mejor forma de aprender –además de la lengua materna– un idioma extranjero? Sonia, quien también habla varios idiomas, aconseja a los padres que los niños aprendan lo más temprano posible un segundo o tercer idioma. «O se les brinda en seguida la posibilidad de tomar contacto regularmente con otros idiomas. De pequeño se aprende mejor y más fácilmente un idioma extranjero».
Y su compañero Jacky completa: «Para mí hay una sola cosa: sumergirse en el entorno de la lengua que se tiene que aprender sin «salvavida» y sin la posibilidad de poder recurrir al idioma materno. Entonces uno descubre que trata con otras personas y no sólo con reglas gramaticales abstractas; siempre hay medios y posibilidades para hacerse entender».
La otra mujer del Apóstol Mayor
Esto es agotador y no siempre tan sencillo. Y a la vez puede ser un poco entretenido. Elisabet informa sobre un Servicio Divino en el que tradujo al Apóstol de Distrito Norberto Passuni: «En el altar el Apóstol de Distrito dijo muy serio: ‘Nuestro Apóstol Mayor ahora tiene otra mujer en su vida’. Esto lo tenía que traducir en simultáneo. Entonces permanecí algunos segundos en silencio y lo miré. Él se rió y dijo que lo tenía que traducir tal cual». La otra mujer era la nieta del Apóstol Mayor Wilhelm Leber, que recientemente había sido abuelo.
UNESCO: Día Internacional de la Lengua Materna (sitio web en inglés)
UNESCO: Atlas de las lenguas amenazadas (sitio web en inglés)
Foto: Oliver Rütten