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La Iglesia hace escuela: estimular a la generación joven con notas

febrero 25, 2016

Author: Andreas Rother

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¿Un concierto con motivo de una visita del Apóstol Mayor? Esto en verdad es un programa estándar, como también lo es este fin de semana en Kinshasa. Lo inusual es dónde aprendieron los instrumentistas su oficio: en la escuela de música de la Iglesia.

Esta iniciativa merecía un aporte más largo para las Naciones Unidas, Misión República Democrática del Congo: «El violín es para mí como un amigo», dice la niña de siete años a la reportera. «Cuando por la noche lo guardo en la caja, le digo: Buenos noches, mi querido violín».

La pequeña congoleña fue una de las alumnas de una escuela de música que la Iglesia Nueva Apostólica fundó hace nueve años en Kinshasa. Hasta ese momento había en la gran capital de ocho millones de habitantes sólo una escuela de música. En el interín, solamente la institución fundada por la Iglesia tiene cuatro sedes.

Wilfried Retzlaff vive en Alemania del Norte. En los últimos 40 años, el músico apasionado adquirió instrumento tras instrumento: siete violines y un chelo eran suyos, entretanto. Ahora como jubilado tenía la intención de venderlos. Pero luego leyó en la revista «Unsere Familie» la carta de Apóstol «Mi amigo, el violín». Y entonces tuvo en claro que quería apoyar el trabajo del Apóstol de Distrito Michael Deppner en el Congo.

El comienzo fracasa

Todo comenzó con el deseo de acompañamiento: Coros hay muchísimos en el Congo, ¡y qué coros! Pero faltan instrumentistas. Donde hay talentosos cantores, debería haber también talentosos ejecutantes de instrumentos, fue la reflexión: «Debemos estimularlo de alguna manera».

De parte del Estado casi no hay apoyo para ese tipo de emprendimientos. Aunque en Kinshasa funciona el «National Institute of Arts», las clases son aquí bastante prohibitivas. La Iglesia igual intentó acceder, pero fracasó: demasiado caro para tener efectos amplios.

Música que acompaña desde todo el mundo

Bremen – Estambul y Estambul – Kinshasa: es la ruta de vuelo de una caja enviada por Wilfried Retzlaff. En Kinshasa una hermana ya está esperando la carga conteniendo los instrumentos musicales. Ella trabaja en el aeropuerto y sabe cuáles son las formalidades.

No es el primer envío de este tipo: las primeros instrumentos vinieron de Canadá y Sudáfrica, entonces todavía como objetos de valor en el equipaje de mano, más tarde también donaciones de África del Sudeste, de las Filipinas y de Europa, como últimamente 16 instrumentos de metal recibidos mediante el apoyo del Apóstol Hans-Jürgen Berndt de Alemania.

Los músicos hacen escuela

El profesor René Ipwa fue el golpe de fortuna para el proyecto musical: su dedicación como docente allanó el camino para una escuela de música propia para niños y jóvenes de 7 a 15 años. A tal efecto, la Iglesia aprendió del pasado: los padres deben participar en los costos de las clases. Esto baja la tasa de los que abandonan.

Lo que comenzó con nueve niños en una sola sede, se extendió ahora a más de 100 alumnos en cuatro ubicaciones en Kinshasa. Seis participantes de las primeras horas ya están en condiciones de dar clases ellos mismos. Una buena parte de la escuela de música participará del concierto que se ofrecerá en ocasión de la visita del Apóstol Mayor.

Por su parte, Wilfried Retzlaff se alegra porque sus violines encontraron nuevos amigos y amigas. Y con ese fin no sólo financió el transporte, sino que también transfirió un montón de dinero para los costos de las clases. Con una tarjeta en forma de corazón transmitiendo saludos se encontrarán quienes desempaquen cada uno de los instrumentos. Estas tarjetas provienen de su esposa Marita Retzlaff-Schwarze y de una acción organizada en su comunidad con el lema: «Feliz está quien hace feliz».

febrero 25, 2016

Author: Andreas Rother

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