¿Volver la otra mejilla? ¿No pide aquí Jesús hacer de víctima sistemáticamente? No, pues hay límites. Respuesta a las preguntas por el cuándo y el cómo de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.
Era una revolución lo que Jesús pedía. Así describió el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 27 de febrero de 2016 en Muanda (República Democrática del Congo) el Sermón del Monte. Jesús tomó muchas de las reglas de los judíos y en principio les dijo a sus discípulos: «Debéis hacer exactamente lo contrario».
De este contexto también fue el pasaje bíblico para el Servicio Divino con más de 4.800 participantes en el estadio Salongo: «Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos» (Mateo 5:39-41).
La revolución: hacer sólo el bien
Y sigue siendo una revolución para las personas que hoy siguen a Cristo. El Sermón del Monte convoca a cambiar totalmente, explicó el Apóstol Mayor: en la relación con Dios, en la propia posición del corazón y en la relación con el prójimo.
¿Por qué? «Jesús había venido a la tierra para vencer el mal». ¿Y qué hizo Jesús para vencer el mal? «Hizo sólo el bien». Jesús es la prueba de que no ve vence el mal con el mal, sino con el bien. «Y para vencer el mal recorremos el mismo camino que Jesús. Venzamos el mal haciendo el bien».
¿Resistirse? Una pregunta por el cuándo y el cómo
Lo que esto significa en la práctica, lo explicó el Apóstol Mayor Schneider con la ayuda de los ejemplos del texto bíblico: «Cambiamos nuestro ser interior, les damos más valor a los bienes espirituales que a los materiales. Y nuestra relación con nuestro prójimo lleva la impronta del amor y no del interés».
Sin embargo, «Dios no quiere que nos volvamos sistemáticamente víctimas del maligno», aclaró el Director de la Iglesia. Lo demuestra también la vida de Jesús. «Tenemos el derecho de defendernos y hacer valer nuestros derechos». Aquí depende del cuándo y el cómo, una cuestión del momento y de los medios.
Dejarse guiar por el Espíritu Santo
«Deberíamos dejarnos guiar siempre por el Espíritu Santo». Entonces el impulso una vez será: «¡Defiéndete, yo te apoyaré!». Y otra vez la pauta dirá: «¡No hagas nada, yo me ocuparé de tu adversario!».
En muchas situaciones es necesario mostrar que se puede vencer el mal haciendo el bien. «No utilices el mismo medio que tu adversario, sino utiliza los medios de Jesús y pon por otra el Evangelio. Jesús nos da las fuerzas para hacerlo».
Amor hacia el enemigo significa: ayudar a Jesús
«¡Amad a vuestros enemigos!», dice la exhortación. «Esto no quiere decir que vaya con aquel que me quiere hacer un mal y le diga: ‘¡Oh, te amo!'», saca como conclusión el Apóstol Mayor: «amar al enemigo significa querer ganarlo para Cristo».
Aquí ayuda pensar lo siguiente: «Esta persona hizo el mal, pero es una víctima del maligno. Y Jesús puede salvar a esta persona del maligno. Yo le ayudaré a Jesús. A través de mi conducta la persona que hace el mal, debe descubrir a Cristo y su poder».