Casi no se puede concebir que haya resucitado. Ya les pasó a los primeros discípulos de Jesús hace dos milenios. Y así les sucede todavía a muchas personas. Pero la fe en la resurrección ha despertado un gran poder.
En total más de 15.600 participantes hubo en el Servicio Divino del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 27 de marzo de 2016 en Bremen (Alemania). Estuvieron conectadas por transmisión de video comunidades de Escandinavia, el Báltico y las Islas Británicas. La prédica en idioma alemán fue traducida al danés, estonio, inglés, noruego y sueco.
Sirvió de base al Servicio Divino el texto bíblico de Juan 2:19 y 22: «Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho».
Nada que ver con una locura absurda
La resurrección de Jesucristo forma parte del capital de la fe. Pero «para los discípulos no fue tan fácil creer en ella. Fue algo tan formidable, tan increíble, algo completamente nuevo». Para algunos fue una locura absurda. Otros opinaban que un muerto se había aparecido como espíritu. E incluso aquellos que creían, primero mantuvieron distancia cuidadosamente.
«Pero después, cuando pasó el tiempo poco a poco, paulatinamente tuvieron la certeza de que realmente había resucitado», dijo el Apóstol Mayor. «Y cuanto más se convencieron y más tuvieron la certeza, tanto más fuertes se volvieron», dijo explicando el poder que se desencadenó en ellos:
- su confianza en la palabra y en la potestad de Jesús: «Lo que Él dijo se cumplió y se cumplirá. Él es el Vencedor, Él es más fuerte que la muerte».
- su certeza: «No estamos solos, Él estará con nosotros cada día. Su obrar no terminó en la cruz, Él sigue obrando».
- su disposición: «La salvación es tan grande, la comunión con Dios. Vale la pena servir al Señor, cada sacrificio vale la pena».
- su entusiasmo: «Entonces se volvieron fuertes, estaban llenos de energía, llenos de confianza. Estaban tan entusiasmados que no lo podían dejar sólo para ellos».
Todo lo demás es consuelo barato
También actualmente la gente tiene sus problemas con la resurrección, mencionó el Apóstol Mayor Schneider. Para más de uno esta historia simplemente es imposible, «un consuelo barato». Y otros opinan que hay que verlo simbólicamente. «Los comentarios están de más, esa no es nuestra actitud».
«Si nosotros creemos en la resurrección de Cristo, también creemos en nuestra propia resurrección», aludió a la estrecha relación que muestra el Apóstol Pablo (1 Corintios 15). Y esto tiene «consecuencias para nosotros, al igual que para los discípulos»:
- la confianza en la palabra y en la potestad de Jesús: «No hay necesidad de adaptar el Evangelio. Todavía sigue siendo válido. Nadie puede detener a Jesús de hacer lo que se propone».
- la certeza de su obrar: «El Señor Jesús no sólo está en el cielo. No, hoy está trabajando. Él trabaja en mi alma».
- la disposición al servicio y al sacrificio: «Aquí hay un desarrollo interno». Aquí ninguna renuncia a lo que no le agrada al Señor, es demasiado.
- el entusiasmo: «Si creemos realmente que Él vendrá otra vez, que Él nos tomará a todos consigo, entonces hay que hablar sobre ello, hay que confesarlo, hay que compartirlo y querer que el prójimo también lo tenga».