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La Semana Santa: un diario con carácter especial

marzo 26, 2018

Autor: Peter Johanning

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Los acontecimientos ocurridos entre Domingo de Ramos y Pascua se leen como una historia de misterio. Un hombre es traicionado, afrentado, acusado, arrestado y matado. Jesús pasa por el infierno para llegar al cielo. Una línea de tiempo del Evangelio de Marcos

Domingo de Ramos

Todo comienza el Domingo de Ramos, el domingo previo a Pascua. La gente estaba a la vera del camino dando voces de júbilo a Jesucristo, quien entraba en Jerusalén sentado sobre un pollino. Una vista conmovedora. Solemne. Festiva. Con mucho ruido. La gente no veía algo así todos los días. Aclamaban a su rey. Le tiraban besos con la mano, estrechaban ambos brazos hacia Él y lo miraban llenos de buenos pensamientos. Era para ellos un hacedor de milagros. Un buen predicador. Uno de su pueblo, alguien con autoridad. Jesús deja que actúen así, sabe que ha llegado su hora. Esa noche la pasa con sus amigos en Betania. Quiere descansar. Betania, el lugar de calma. Calma antes de la tormenta.

Lunes

El lunes Jesús va al templo. Ve el bullicio, los negocios, el regateo, el santuario que se había vuelto profano. ¡Qué contraste! «Y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito (Isaías 56:7): Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones».

Martes

El día del ajuste de cuentas. Los escribas y los ancianos del templo lo interrogan. «¿Con qué autoridad haces estas cosas?».Es una pregunta absolutamente acorde con la ocasión, aunque demasiado humana, pero también entendible. Detrás de ella está el tema de la autoridad. Para las personas estructuradas su respuesta es importante. Se produce un ir y venir, aparece toda la inseguridad humana. Lo que antes era unívoco y claro, de pronto se pone en duda. Se instala la incertidumbre y la reflexión más profunda. De alguna manera, nada queda como era antes.

Miércoles

Ese día se ordena su muerte: «Y buscaban los principales sacerdotes y los escribas cómo prenderle por engaño y matarle. Y decían: No durante la fiesta para que no se haga alboroto del pueblo». Y como si fuera para la extrema unción, viene la mujer y unge a Jesús con perfume de nardo. ¿Un despilfarro, un desperdicio? No, «buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura».

Jueves

Hay que preparar la fiesta de Pascua, una última Cena con el Señor. Después le sigue la traición y el arresto. Getsemaní, el huerto al pie del Monte de los Olivos, aquí Jesús pasa su última noche. Solo. Abandonado. Si alguna vez la soledad duele, es ahora. La «prensa del aceite» es el escenario de una espantosa noche de muerte.

Viernes Santo

Temprano por la mañana los soldados entregan a su prisionero, Jesús, a Pilato. «¿Eres tú el Rey de los judíos?». Él le responde: «Tú lo dices». Luego guarda silencio, los deja mentir, regañar y amenazar. Sólo horas después está prendido en la cruz: «Era la hora tercera cuando le crucificaron». Blasfemias, afrendas, escarnio, todo el programa sigue su curso. Al estar uno colgado de la cruz, ya todo estaba perdido. Por la tarde Jesús clama a gran voz y expira. Oscurece, el sol oculta su luz. Al mismo tiempo, el velo del templo se rasga en dos, se puede ver el santísimo. «Cuando llegó la noche…» se lo puso en el sepulcro.

Sábado

Día de reposo. Silencio de muerte. Calma sepulcral.

Domingo de Pascua

El sepulcro está vacío, Jesús ha resucitado. Por cierto, es el mensaje de mayor importancia para la cristiandad. Un mensaje sobre el que simplemente tienen que hablar, ¡todavía hoy!

marzo 26, 2018

Autor: Peter Johanning

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