2.600 tubos tiene el órgano en la iglesia de conciertos Silvertown (Sudáfrica). Allí toca Tristan Williams cada domingo. Pero en el verano de 2016 otros organistas lo tuvieron que reemplazar por tres meses. El motivo: su visita a Alemania.
Tristan Williams abre bien los ojos. «¿Yo? Yo tengo que tocar aquí el órgano?». Christoff, el principal organista de Día de la Juventud 2016 en Fráncfort, le asiente. Está aliviado por haber encontrado un reemplazo para su suplente, quien minutos antes del Servicio Divino todavía no se ha presentado.
«Tuve un poco de miedo porque pensaba que quizás la composición de los cantos era distinta», cuenta más tarde. Pero después toca como si nada. El entonces jovencito de 19 años se alegra por el honor de poder tocar en esa ocasión tan especial.
Normalmente, Tristan Williams ejecuta el órgano en la comunidad Silvertown en Ciudad del Cabo. Cada domingo acompaña a cientos de hermanos y hermanas en los cantos con la comunidad. Ya con 15 años tocó por primera vez en el Servicio Divino. «Al comienzo estaba un poco nervioso. Ahora es algo normal. A veces, tocar hasta me parece genial. Pero siempre me pregunto si lo que toco le agrada a Dios, no al hombre».
De la escuela a visitar otro país
De 2012 a 2016 el joven aprendió alemán en la escuela. Su madre lo vinculó en 2012 con turistas alemanes. Había escuchado que venían visitantes de Alemania y quería que su hijo practicase el uso del idioma alemán. Además, los visitantes, Walter y su familia, necesitaban a un traductor para emprendimientos en Ciudad del Cabo. Tristan Williams conversó con la familia alemana y quedó en contacto con ellos.
El deseo del sudafricano de visitar Alemania se volvió cada vez más grande. Walter le ofreció alojamiento en su hogar en Grünberg por tres meses. Desde allí el organista hizo excursiones a diferentes ciudades. No podía faltar Múnich, ni el estadio de su club favorito. Y en Stuttgart era obvia una excursión al museo de su marca favorita de autos.
Aunque al principio por su reducido vocabulario tuvo dificultades para dirigirse a otras personas, en sus viajes y por conocidos de Walter conoció a muchas personas que se convirtieron en sus amigos. El sudafricano no había contado con un recibimiento tan cordial. En sus excursiones no siempre le resultó fácil entender bien a todas las personas. «El idioma me resultó un poco difícil porque existen muchos dialectos».
Sorprendido por las comunidades
En los Servicios Divinos le resultó más fácil entender todo. «En el Servicio Divino hablaban muy lento y creo que era el alto alemán». No importa dónde se encontraba con hermanos, siempre sintió calidez y amabilidad. Además le parecía que todos conocían a todos. «En Silvertown esto no es posible porque cada domingo hay tantos hermanos y hermanas en el Servicio Divino».
Tristan Williams estaba sorprendido porque muchas comunidades en Alemania son pequeñas. «La Iglesia comenzó en Alemania. Por eso pensaba que habría muchos hermanos en las iglesias. En mi región hay una comunidad cada dos o tres kilómetros».
¿Qué consejo nos da sobre qué podríamos mejorar en las comunidades en Alemania? «Cantar más lento. Para mí hay que disfrutar los cantos. Si son tan rápidos no se pueden disfrutar». Además, a Tristan le llamó la atención la vestimenta de los confirmantes en Alemania el día de su Confirmación. Cuenta que en Ciudad del Cabo los confirmantes siempre se visten de blanco y negro. Esto le parece más festivo.
Esperanza de poder regresar
A Tristan le gustaría que después de terminar sus estudios pudiese irse para siempre a Alemania. Quisiera ser dentista. Esta profesión la quisiera practicar en Alemania. No tanto porque en Alemania se gana más siendo dentista que en Sudáfrica, sino porque se sintió tan bien en ese país. Durante su permanencia en Alemania vivía en una aldea que le parecía muy linda. Además le gusta que las personas sean agradables y amables.
A Tristan Williams le gusta saludar a todos en la calle. Esta costumbre la aprendió de las pequeñas aldeas de Alemania. Trató de seguir practicándolo en Ciudad del Cabo para hacer sonreír a las personas en la calle.
El viaje del sudafricano ya fue hace más de un año. Una y otra vez vuelve a pensar en esos momentos. Extraña Alemania y espera con mucha alegría poder viajar otra vez. Tal vez para el Día de la Juventud Internacional 2019.