La entrevista en tres partes es el comienzo, pues el Apóstol Mayor tiene mucho más para decir. Cómo encaja todo esto y qué hay detrás: una síntesis con los detalles.
«Concentrarse en lo esencial«, fue lo que definió el Apóstol Mayor Jean Luc Schneider como divisa en su entrevista sobre estrategia. Y con ella sigue por completo la línea de evolución de sus antecesores Hans Urwyler, Richard Fehr y Wilhelm Leber.
¿Y qué es lo esencial? La salvación del alma, naturalmente: «Nuestro objetivo final es predicar el Evangelio de Jesucristo fielmente y a conciencia en todo el mundo«. Su fundamento es la Biblia: ella debe ser el fundamento de la doctrina y la prédica. Pero ocuparse de la Sagrada Escritura no es importante sólo para los siervos, sino también para la comunidad, fue su llamado hace poco en un Servicio Divino: «Esforcémonos en conocer mejor la Biblia para que el Espíritu Santo pueda edificar su prédica a partir de nuestros conocimientos, y pueda fortalecernos y consolarnos a través de la palabra».
La salvación del alma encima de todo
Siempre tiene prioridad para el Apóstol Mayor lo que es determinante para la salvación de los creyentes. Todo lo demás tiene que estar subordinado a ello: las tradiciones de la Iglesia, la importancia de las personas, es más, incluso la organización en sí. «Como Apóstoles y embajadores de Cristo no luchamos por la supervivencia de la Iglesia Nueva Apostólica, sino por el Señor Jesucristo«, ya dijo en 2013. Y ahora: «Nuestra misión es hacer de las personas discípulos del Señor y no miembros de la Iglesia».
El dirigente de la Iglesia sabe muy bien que alguna vez las tradiciones de la Iglesia tuvieron otra relevancia: «Alentábamos a los creyentes a seguir un ‘modelo apostólico’ en la música, la vestimenta, los métodos de enseñanza o incluso la organización». Y también conoce las consecuencias: «La Iglesia se disculpa por los errores que se cometieron«. Y: «Pedimos perdón si hemos lastimado a alguien, si hemos defraudado a alguien«.
Hoy «intentamos tener más en cuenta las diferencias culturales», pues «la fe nuevoapostólica se puede vivir en las culturas más diferentes». Aún más: «Necesitamos nuestras diferencias«. Pues la interacción de las diferencias es lo que hace que un equipo sea fuerte. Unidad en la doctrina, diversidad cultural en el ejercicio de la fe, así dice la máxima. Y estas diferencias pueden llegar hasta el nombramiento de quienes cumplen determinadas funciones.
Poder de convicción en lugar de autoridad ministerial
El Apóstol Mayor también ve como una de sus tareas «adaptar la estructura y organización de la Iglesia a las necesidades actuales«. Entre las exigencias actuales él cuenta: una mejor comunicación, el tomar decisiones más fácilmente, el aprovechamiento más individual y el tener en cuenta el cambio en las condiciones de vida en una sociedad cada vez más móvil.
Quiere reaccionar con responsabilidades definidas claramente, tareas bien establecidas y mayor flexibilidad. Le resulta muy importante el liderazgo colegiado, el cual, sin embargo, sólo puede funcionar en el marco de estructuras de conducción ágiles. Y, por último, quisiera que la autoridad ministerial esté separada de las responsabilidades de la organización tan claramente como lo está el mensaje del Evangelio de las reglas de la Iglesia o las tradiciones locales.
Y esto no es válido únicamente para el nivel de los Apóstoles de Distrito: no se puede aprovechar la autoridad del ministerio para justificar decisiones sobre la organización, dice marcando la línea roja entre las reglas y los mandamientos. «Tenemos que poder explicar las reglas, deben tener una buena razón. Tenemos que poder convencer a la gente».
Junto con los siervos, todos los miembros de la comunidad tienen la misma misión: contribuir a que las personas se sientan bien en la Iglesia, que puedan experimentar el amor de Dios, que puedan compartir la alegría de servir a Dios y al prójimo y así, finalmente, sientan el entrañable deseo de orientar su vida en el Evangelio.
Foto: Marcel Felde