Hacer el bien, pero bien: por qué en lugar de para qué
Es claro lo que hay que hacer: el bien. También es claro a quién hay que hacérselo: al prójimo. Pero, ¿por qué realmente? La motivación es muy decisiva en el resultado. Cinco buenas razones y cinco no tan buenas razones de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís». Este fue el texto bíblico de Colosenses 3:2324 que se trató el 21 de julio de 2018 en Kindu (República Democrática del Congo).
Lo que puede salir mal
Un hijo de Dios es convocado a hacer el bien, así explicó los versículos el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Pero aquí no se trata de servir al hombre, sino a Dios. Nuestro obrar no debe tener la impronta de las consideraciones humanas, dijo mencionando cinco ejemplos negativos:
- Obedecer a la opinión de la mayoría en lugar de obedecer a las leyes divinas: «No decimos: ‘Está en orden porque todos lo hacen’. Lo único que nos interesa es: ¿Qué dice Jesús sobre esto?».
- Seguir a los hombres en lugar de servir a Jesús: «Lo que hacemos para el Señor no lo hacemos para que le guste al Apóstol o al dirigente de la comunidad. Respetamos a los servidores de Dios, los amamos, pero ellos solamente son herramientas».
- Buscar gloria y reputación: «No obramos para brillar delante de los hombres, para que se puedan admirar de nosotros. Esto es algo que Jesús rechazó profundamente».
- Obrar con premeditación: Muchos hacen el bien esperando que a ellos se les haga absolutamente lo mismo si ellos mismos cayeran en necesidad. «Lo que haces no lo hagas únicamente para tu beneficio».
- Juzgar según la reputación de la persona: «Ya sea que las personas lo vean o no, que nos amen o no, que se lo ganen o no, nosotros predicamos el Evangelio y hacemos el bien en nuestro entorno».
Cómo sale bien
Sin embargo, si en el centro está la relación con Dios, nuestro obrar estará sobre el fundamento correcto, dejó claro el Apóstol Mayor:
- Por agradecimiento: «¿Por qué hacemos el bien? Lo hacemos para el Señor, porque nos ha prometido un legado maravilloso. Es la vida eterna, la posibilidad de estar por siempre con Dios».
- Con constancia: Ni la ingratitud ni la falta de interés de nuestros semejantes nos deben desalentar de hacer el bien. «Incluso cuando nadie toma en cuenta el bien que haces, lo has hecho para el Señor y Él lo sabe».
- Con un corazón puro: «El Señor no sólo ve lo que hacemos, también ve por qué lo hacemos. Es mi gran deseo que realmente sirvamos por amor al Señor con un corazón puro y sin segundas intenciones».
- Con santo respeto: «Hemos recibido el don del Espíritu. Nos fue dada la promesa de que Jesús volverá antes para llevarnos con Él. Tenemos mil veces más razones para hacer el bien».
- En humildad: «El Señor nos pide que hagamos el bien a nuestro prójimo. Quisiéramos elegir a quién debemos hacer el bien. Y el Señor nos dice: ‘¡No, no! Es asunto mío. El prójimo es aquel a quien he puesto a tu lado'».
«Soy consciente de que aún hay mucho por hacer, pues todos somos humanos», dijo el Apóstol Mayor Schneider. «A veces, la motivación no es la correcta. Pongamos esto en orden».
La conclusión: «Hemos sido llamados para hacer el bien. No lo hacemos por interés, sino por amor al Señor. Servimos a Dios con constancia, humildad y santo respeto, sin hipocresía».