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No del mundo, sino en él

septiembre 18, 2018

Author: Peter Johanning

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La gran carpa en el terreno de la comunidad Malaika (Tanzania) dio cabida el 10 de agosto de 2018 a más de 2500 participantes del Servicio Divino. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider habló sobre el mal en el mundo y la fuerza para oponerse a ese mal.

La así llamada «oración pontifical» se encuentra en el Evangelio de Juan. Jesús se dirige a su Padre en el cielo, ora por sus seguidores y por las comunidades que aún surgirán. Una de sus peticiones es: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal» (Juan 17:15). Sobre este versículo predicó el Apóstol Mayor.

Evitar el mal

«¿Cómo es el mal con el que hoy nos enfrentamos?», fue su pregunta al comenzar. Sus respuestas a ella son sorprendentes:

  • A pesar de que como seres humanos nos debemos ocupar de nuestras necesidades, no lo debemos hacer con la ayuda del maligno: «No recurramos al pecado para alcanzar lo que necesitamos».
  • A pesar de que estamos expuestos al sufrimiento y a la muerte, no es a costa de nuestra relación con Dios. No nos alejemos de Dios desilusionados.
  • A pesar de que podríamos aspirar el éxito material, que nuestro bienestar material no nos induzca a olvidar a Dios.
  • A pesar de que amamos a nuestra familia, no debe volverse más importante para nosotros que Jesús: «¡Los lazos familiares no deben poner en duda nuestro voto de fidelidad a Cristo!».
  • A pesar de que fuésemos perseguidos, igual quedemos con el Señor.

El buen mensaje de esto: quien cultiva así sus relaciones con Dios, tendrá al Señor de su lado, aseguró el Apóstol Mayor. Dios oye la oración del creyente, lo fortalece y guarda del mal. Esta es una promesa firme de la fe.

Pedir la ayuda de Dios

¿Cómo hacerlo? También aquí algunas respuestas de quien dirige la Iglesia:

  • Dios mismo determina los límites de nuestras pruebas y se ocupa de que no sean demasiado difíciles.
  • Dios nos enseña la verdad y con ella, la capacidad para que podamos desenmascarar las mentiras del maligno.
  • Dios nos ama y ha derramado su amor en nosotros. Buscamos la comunión con Jesús y lo servimos. Le decimos que no al diablo.
  • Dios nos recuerda nuestro llamamiento a través del Espíritu Santo. Nuestra misión es confesar a Cristo en este mundo y anunciar su mensaje.
  • Dios no nos deja solos. Él nos envía servidores para edificarnos una y otra vez, e incorporarnos en la comunión de los fieles.

La oración de Jesús sea nuestra oración

«Padecemos enfermedades, la muerte e injusticias, pero quedamos fieles. Tenemos familia y amigos, pero no nos deben ser más importantes que Jesús. Tenemos éxito en la vida, pero al tenerlo no olvidamos a nuestro Padre celestial. Somos perseguidos y llevados a tentación por el diablo, pero pedimos ayuda a Dios para que tales tentaciones no se nos vuelvan demasiado difíciles. Él nos regala la verdad con la que podemos desenmascarar las mentiras del maligno. Él nos transmite su amor con el que podemos seguirlo: no por obediencia sino por amor. Él nos ha dado una tarea y servidores a nuestro lado que nos apoyan». Con estas pocas frases, el Apóstol Mayor resumió su prédica. Y, además, le dio a la comunidad que lo oyó una recomendación para el camino: «Oremos como Jesús: ‘Padre, no rogamos que nos quites del mundo, sino que nos guardes del mal’. ¡Esta petición recibirá respuesta!».

septiembre 18, 2018

Author: Peter Johanning

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