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Un alma que resplandece en la posteridad

septiembre 19, 2018

Autor: Andreas Rother

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Filántropo, publicista y Apóstol fundador: hace 160 años nacía Heinrich Bornemann. Son innumerables las anécdotas que lo rodean. Historia e historias de su vida, del «tierno Heinrich».

Se necesitaría toda una serie para reproducir no sólo los episodios que se escribieron sobre el Apóstol Bornemann, sino también todo lo que todavía hoy se cuenta de él en su lugar de residencia. Escuetamente los hechos se enumeran rápido: nació el 19 de septiembre de 1858 en Röcke, hoy Baja Sajonia (Alemania), fue sellado en 1882, ordenado como Evangelista en 1883, como Anciano de Distrito en 1894, como Obispo en 1896 y como Apóstol en 1902, falleció en mayo de 1914.

Dejó huellas primero como padre fundador: en 1886 el Apóstol Friedrich Wilhelm Menkhoff envió al Evangelista a Iserlohn. La siembra que depositó allí Heinrich Bornemann no sólo produjo docenas de comunidades en regiones cercanas y más lejanas, sino también cuatro Apóstoles, de los que dos finalmente trabajaron en Norteamérica y en Australia, respectivamente.

Fundador de los órganos centrales

El Apóstol Bornemann cumplió un rol importante como mano derecha de Hermann Niehaus. Cuando el entonces todavía futuro Apóstol Mayor Friedrich Krebs acompañaba al principal dirigente de la Iglesia Friedrich Krebs, ya entrado en años, en sus viajes, el Apóstol de Iserlohn realizaba los principales trabajos en su distrito. Y después de que lo sucediera Hermann Niehaus, el Apóstol Bornemann fue su acompañante permanente.

Como publicista le fue asignado al Apóstol Bornemann un rol especial. Aunque no fue el primer editor de las revistas nuevoapostólicas, fue el que colocó las bases para los órganos centrales de la Iglesia. A partir de 1895 publicó la revista mensual «La Voz del Centinela de Efraín» y como anexo volvió a dar vida a «El Heraldo». En 1907 se fusionaron ambas revistas convirtiéndose en el «órgano central», como decía su subtítulo. La «Revista Dominical Apostólica» recibió al año siguiente el nombre de «Revista Dominical Nuevoapostólica».

Lleno de confianza en tiempos difíciles

Las anécdotas cuentan más sobre su persona. Como la de un cuchillo, que alguien que adornó el altar había dejado olvidado sobre el mismo. Eso impulsó al Apóstol Mayor Niehaus a predicar sobre el «espíritu asesino». En su aporte a la prédica, el Apóstol Bornemann le dio un giro al tema: el cuchillo debe servirle al Apóstol Mayor sólo para preparar para los hijos de Dios el pan de la vida.

Da testimonio de la necesidad reinante en aquella época el hecho de las tres cartas que llegaron un lunes a Iserlohn conteniendo donaciones de dinero. Parece que en Bielefeld, Hamburgo y Ruhrort hubo profecías que decían: «Mi siervo Bornemann grita por pan». Y sobre los tiempos difíciles que pasó cuando fundó la comunidad informa el giro idiomático ya establecido en Iserlohn: «El Apóstol Bornemann predicó durante cinco años delante de siete mujeres».

Su confianza en Dios se trasluce en la anécdota del párroco que pronosticó un fracaso permanente del joven Evangelista: «Si es la Obra de Dios, persistirá», fue la respuesta que ambos confirmaron estrechándose la mano.

Dejar una impresión permanente

De su prestigio en la ciudad no cuenta sólo el saludo con el que se dirigían a él los párrocos locales, como «Señor colega», sino también la dirección de la primera iglesia, que hoy es la comunidad central. Como era la primera casa en una calle nueva, el entonces Obispo se pudo elegir el nombre de la calle. La elección recayó en «Calle de los Hermanos».

De sus efectos sobre las personas cuenta el hecho de un hombre que quiso buscar a su esposa en la iglesia equipado con un látigo. Cuando pasó por la puerta, oyó las palabras: «Amad a vuestros enenmigos…». Ese hombre más adelante fue Diácono e invitó a una cierta señora Schmidt al Servicio Divino, entre cuyos seis hijos había uno de nombre Walter.

«Heinrich, Heinrich, ¿por qué me dejaste?», dijo sollozando el Apóstol Mayor Niehaus cuando se enteró de la muerte del Apóstol Bornmann. Se informa de 6000 invitados en el acto de duelo, un conjunto musical y dos orquestas de trombones.

Sea donde sea que se quiera trazar una línea entre la historia y las historias, una cosa muestra claramente su legado: la esencia de este Apóstol todavía resplandece ampliamente en la posteridad.

septiembre 19, 2018

Autor: Andreas Rother

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