¿Quién es capaz de sentir el amor de Dios? Su amor se puede ver siempre. Lo dejó claro el Apóstol Mayor hace poco en Brasil en un Servicio Divino que llama la atención.
No, no fue un Bautismo cristiano, pero sí fue una señal del bautizado que conllevó una respuesta de Dios. Con esta indicación comenzó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider su prédica del 12 de octubre en Brasilia. Se basó en Marcos 1:11: «Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia».
Qué se confiesa en el Bautismo
«Las personas que fueron bautizadas por Juan el Bautista expresaron su voluntad de orientarse en la voluntad de Dios», explicó el Director de la Iglesia. Manifestaron de esa manera: «Yo quiero renunciar al pecado».
Jesús también se sometió a este Bautismo, y más precisamente para demostrar que la obediencia a Dios es una condición previa para la salvación. «Para que uno sea aceptado por Dios hay que renunciar al pecado y orientarse en la voluntad de Dios».
«Nosotros también fuimos bautizados, con agua y Espíritu». Y, por lo tanto, prometimos a Dios: «Quiero seguir el ejemplo de Jesús». Quiero entrar en tu reino. Quiero cumplir la misión que me has dado».
Cómo responde Dios
Como respuesta a la confesión del Bautismo, Dios da testimonio de su amor, explicó el Apóstol Mayor. Así, Dios no sólo manifestó a su Hijo: «Me das alegría porque haces todo lo que quiero que hagas». Él también demostró decididamente su amor dándole las fuerzas para cumplir su misión, protegiéndolo, concediéndole la comunión de los discípulos, haciéndolo resucitar de los muertos y dejándolo entrar en su gloria.
A través del renacimiento de agua y Espíritu, Dios dijo al creyente de múltiples maneras: «Yo te amo». Por un lado: «Mi Hijo murió por ti. Estás libre del pecado original. Tienes libre acceso a la comunión con Dios». Y por el otro: «Tú eres mi hijo. Te tengo reservada una maravillosa herencia. Heredarás la gloria de Dios en su reino».
«Dios nos ama así como ama a Jesús: Él nos ofrece todo lo que necesitamos para alcanzar la meta de nuestra fe». Nos da sus fuerzas y su ayuda a través de los siervos y los hermanos y hermanas en la fe. Brinda consuelo y gracia. «Y cuando Jesús venga otra vez, nos dará el cuerpo de resurrección y podremos entrar en la gloria de Dios».
Qué queda por hacer
«Sigamos el ejemplo de Jesús», apeló el Apóstol Mayor Schneider:
- «La comunión con Dios es tan importante para nosotros que no le queremos causar daño alguno. Como Él nos ama, renunciamos al pecado».
- «No utilicemos indebidamente nuestra filiación divina. Simplemente confiamos en nuestro Padre, aunque no entendamos lo que hace».
- «Jesús siempre cuidaba su relación con Dios. Quedamos vinculados con Dios a través de la oración, el Servicio Divino y el festejo de la Santa Cena».
- «Como Dios nos ha demostrado su amor, cumplamos nuestra misión y confesemos nuestra fe en palabras y obras».
- «Y perseveremos hasta el fin, aunque hoy nadie quiera escucharnos. Seréis necesitados en el reino de paz para anunciar el Evangelio a todos los hombres».
«Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia». Estas fueron las palabras que Dios dirigió a Jesús. «Y a nosotros nos es dicho a través del Espíritu Santo: ‘Yo te amo. Tú eres mi hijo. Tú eres mi hija’. No lo olvides».