No es suficiente decir solo “Te amo”. “Hacer algo concreto y dar lo que es necesario”. Un poco de alimento para el pensamiento sobre el amor al prójimo de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.
En noviembre de 2018 el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider visitó Asia del Sudeste. La última semana de su viaje estuvo en Indonesia. Allí celebró varios Servicios Divinos y tuvo encuentros con los siervos líderes. El domingo 25 de noviembre de 2018, condujo un Servicio Divino en nuestra iglesia en Bandung Andir (Java, Indonesia), que fue transmitido a las comunidades de Indonesia. El Apóstol Mayor basó su servir en Mateo 25:40: “Y respondiendo el Rey, les dirá: ´De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis´’”.
Esperando el retorno de Cristo
“Queremos preparar nuestra alma para el retorno de Jesucristo. Esa es la razón principal por la que asistimos a los Servicios Divinos,” dijo el Apóstol Mayor al comienzo. Permanecer fieles a Cristo significa adaptar nuestra vida a su enseñanza. “Y en cada Servicio Divino escuchamos parte de la enseñanza de Jesucristo”. El Apóstol Mayor explicó que el texto bíblico fue extraído de la parábola del Juicio Final. Jesús anunció que juzgaría a toda la humanidad. “Aunque, eso no se aplica a nosotros,” alguien podría objetar, comentó el Apóstol Mayor. “Pero seremos juzgados al retorno de Cristo, porque Jesús decidirá: ellos están preparados, ellos no lo están; ellos son dignos, ellos no lo son”. Es importante saber cómo juzgará Jesús, dijo. “Una de las primeras cosas que definitivamente considerará es nuestro amor hacia Dios y nuestro amor hacia el prójimo”.
Creer en Jesús y seguirle
Jesús declaró como sus hermanos y hermanas a quienes hacen la voluntad de su Padre (Mateo 12: 50). ¿Y cuál era la voluntad del Padre? Creer en Jesucristo y seguirle (Juan 6: 40). Más tarde, el Apóstol Pablo dijo que quienes son renacidos de agua y del Espíritu son hijos de Dios. Porque a través del renacimiento de agua y del Espíritu se convirtieron en hijos de Dios, y por lo tanto en hermanos y hermanas del Hijo de Dios. Y estos hijos de Dios han sido llamados a ser coherederos con Cristo (Romanos 8: 14–17).
Estar el uno para el otro
En la parábola Jesús habla de la suerte de sus hermanos y hermanas. Algunos
- están hambrientos y sedientos. Son pobres y no pueden permitirse ni siquiera las necesidades más básicas. “Denles lo que necesitan y entonces su dolor se atenuará. Hagan algo concreto y denles lo que necesiten, y entonces el problema se resolverá. Eso también es parte del Evangelio”.
- están enfermos, están en una situación desesperante, o en el dolor. “Hay situaciones en las que hay poco que podemos hacer. Pero podemos brindar consuelo. Podemos mostrar nuestra compasión. Podemos animarlos y orar por ellos”.
- son forasteros. Se sienten incomprendidos. “Si son forasteros, acéptenlos como son. No les pidan que cambien, simplemente ámenlos y acéptenlos aunque sean diferentes”.
- están encarcelados, son perseguidos por su fe, o cometieron un error y ahora están forzados a afrontar las consecuencias. “Aunque enfrenten dificultades, estén enfermos, débiles, o sean diferentes, debe ser nuestra principal meta ayudarlos y permanecer fieles”.
Esto es algo que todos debemos digerir, dijo el Apóstol Mayor. “Todos ellos son hermanos y hermanas de Cristo. Y ahora Cristo dice que Él se identifica con todos ellos”. El Apóstol Mayor continuó diciendo que Jesús quería decir: “Somos el uno para el otro. Cuando tú sufres, yo comparto tu sufrimiento y dolor. Cuando tú estás triste, comparto tu tristeza. Y ahora deja en claro que Él quiere que ayudemos a sus hermanos y hermanas”. Y existen muchas posibilidades para hacerlo con el amor de Dios. Nuestro amor por el prójimo es la norma que Jesús utiliza para medir nuestro amor hacia Dios. En este contexto, el Apóstol Mayor Schneider continuó recordándole a la comunidad lo que dice en Juan: “No puedes amar a Dios sin amar a tu hermano. Los que aman a Dios deben amar a su hermano”.
Alcanzar la meta
El Apóstol Mayor concluye: “Seguir a Cristo no nos salva de las tribulaciones. El Señor ama a los suyos, sin excepción. Él desea que todos los hombres sean salvos y espera que nosotros ayudemos”. Agregó que lo que hacemos por nuestro prójimo, lo hacemos por Jesús. “Y aquellos que lo hagan heredarán el reino de Dios. Esa es nuestra meta. Ese es nuestro futuro.”