¡No te dejes seducir por el poder y el prestigio!
¡Las personas exitosas son agradecidas a Dios! Saben a quién le tienen que agradecer por lo que tienen y no miran únicamente sus propias fuerzas. Este mensaje caracterizó al Servicio Divino del Apóstol Mayor para la generación joven.
El Servicio Divino para la juventud del viernes 11 de enero de 2019, en Luanda (Angola), se las trajo. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider había traído a sus hermanas y hermanos jóvenes un «hueso duro de roer», un texto bíblico que no se puede entender de inmediato: «Confírmese pues, ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre; porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra. Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?» (2 Crónicas 1:9-10).
Salomón era joven, ¡pero no tonto!
«Se trata aquí de un joven, Salomón», comenzó el Apóstol Mayor su prédica. Cuando David sintió que su vida iba llegando a su fin, decidió que su hijo Salomón debía convertirse en rey en su lugar. Lo llamó y le explicó qué significaba ser rey: ¡Debía ser un rey conforme a la voluntad de Dios! Es decir, un ejemplo de obediencia y fidelidad a Dios. Y debía quedar humilde. Un rey, exhortó David, no podía ejercer su poder para ser aún más rico a costa de otros. Y algo más: Salomón debía edificar el templo de Dios.
Fidelidad, obediencia y edificación del templo: tres importantes tareas para el joven.
El Apóstol Mayor siguió contando la historia: «Llegó el tiempo en el que David murió y Salomón se convirtió en el rey. Se deseó a sí mismo fuerza, sabiduría y ciencia para su nueva tarea. Y por eso Dios lo bendijo y lo hizo aún más rico y le dio más prestigio». Salomón edificó el templo. Sin embargo, manifestó el Apóstol Mayor, hay que contar toda la historia: Lamentablemente Salomón no logró mantener esa actitud hasta el final. Se volvió débil y adoró a dioses extraños.
¿Y nosotros hoy?
No obstante, esta historia nos tiene preparadas algunas enseñanzas para nosotros hoy, dijo el dirigente de la Iglesia.
- Hemos sido escogidos por Dios y llamados para ser sus hijos. Nuestra tarea es: «seamos testigos y ejemplos para los demás por nuestra fidelidad y obediencia».
- Como hijos de Dios no tenemos un lugar especial sobre esta tierra. Nuestra tarea es: ¡quedemos humildes! «No podemos ir a Él y decir: Ahora te serviremos, pero tú nos debes dar de comer, tú nos debes dar dinero, no tendremos tiempo para ocuparnos de eso. No, Dios nos dice: Si quieres comer, tienes que trabajar. Nos sucede lo mismo que a los demás». Tuvimos que ir a la escuela, estudiar, trabajar, llevar una vida completamente normal. Nos enfermamos como los demás, tenemos que sufrir como ellos, instruirnos y trabajar, como hacen los demás.
- Pero además hay una tercera tarea: colaborar en la edificación de la Iglesia de Cristo. «Edifiquémonos unos a otros, consolémonos, alentémonos, fortalezcamos la unidad, involucrémonos en la comunidad. Un cristiano nuevoapostólico exitoso y con mucho prestigio también sigue siendo un hijo de Dios. Dios espera de él lo mismo, que sea un ejemplo de obediencia y de fidelidad. «No puedo ejercer mi poder para enriquecerme a mí mismo a costa de los demás. ¡Esto no va para un cristiano! No sigamos el ejemplo de aquellos que después de tener éxito se sintieron superiores y creyeron que ya no necesitarían a Dios y se apartaron de Él».
Su llamado final: «¡No te dejes seducir por el poder y el prestigio!». Una recomendación que no deben tener en cuenta solo los jóvenes.
Foto: INA Alemania del Oeste