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Tres perspectivas adicionales en el lema del año nos muestra el Apóstol de Distrito Michael Ehrich (Alemania del Sur). Así la riqueza en Cristo puede ser aún mayor.
Forma parte de nuestra riqueza espiritual, el tener seguridad. ¿Qué brinda seguridad en la vida material? Por ejemplo, vivir en paz, ser parte de una sociedad fuerte y poder contar con promesas confiables de parte de los demás.
Pasémoslo a lo espiritual:
- Jesucristo, el Príncipe de paz, ha dado su paz a sus Apóstoles. Si lo aceptamos en su envío actual, hallaremos paz verdadera. Su paz nos es concedida después del perdón de los pecados, así como en la bendición final.
También sentimos paz cuando nos decidimos una y otra vez a seguir incondicionalmente a Cristo, mirando con confianza al Señor y confiándole todo. - Somos parte de la comunión más fuerte que existe: la comunión con el trino Dios. La produce el Espíritu Santo.
En la bendición final, Dios, el Espíritu Santo, nos asegura que estamos dentro de la comunión con Dios, el Padre, quien emana amor, y con Dios, el Hijo, quien nos recibe en gracia. - En nada ni nadie podemos edificar tan firmemente como en las promesas divinas.
La promesa de Jesús: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (de Mateo 28:29) está dirigida a todos nosotros. Nos brinda día a día nueva seguridad hasta que en el retorno de Cristo vivamos la realización de su gran promesa, también dirigida a nosotros, y lleguemos a la eterna, directa comunión con Él (Juan 14:3).
Pongamos estas promesas divinas en el centro de nuestra vida, entonces nuestra riqueza en Cristo aumentará cada vez más.
Foto: NAK Süddeutschland