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La Santa Cena: de accesoria a punto central

mayo 13, 2019

Autor: Andreas Rother

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En los 100 años que transcurrieron después de su introducción general, la hostia combinada casi no ha sufrido cambios. Sin embargo, en ese periodo donde sí hubo modificaciones fue en la interpretación de la Santa Cena de la Iglesia Nueva Apostólica. En el centro de dichos cambios está la relación con el perdón de los pecados.

En la Santa Cena subyace riqueza. Esto ya lo muestran sus diferentes denominaciones: la “Santa Cena” en el círculo de los discípulos, el agradecimiento en la traducción del término “Eucaristía”, el confesarse al Redentor en la “Cena del Señor” y la comunión en el “Partimiento del pan”.

Esta gran diversidad se refleja en los distintos aspectos de la Santa Cena que describe el Catecismo (Catecismo INA 8.2): como cena de conmemoración, de confesión, de comunión y cena del tiempo final al remitir a las bodas en el cielo.

En la interpretación de la Santa Cena son determinantes las dimensiones espirituales. Ante todo, la verdadera presencia de cuerpo y sangre de Cristo en los elementos pan y vino, aunque también la relación con el sacrificio de Jesús y el perdón de los pecados.

Una buena tradición

En este aspecto, las raíces de la Iglesia Nueva Apostólica (INA) pueden hallarse en la tradición de las Comunidades Católicas Apostólicas (CCA). En cuanto a la interpretación de la Santa Cena, la mencionada Iglesia antecesora se encuentra entre dos polos confesionales. Por un lado, sigue la doctrina evangélico-luterana de la consustanciación en lo relativo a la presencia real. Por otro lado, al resaltar a la Santa Cena como aquella que: “hace tener presente una y otra vez la muerte del Señor en sacrificio” está cerca de la interpretación católico-romana de la presencia del sacrificio de Cristo.

En gran cantidad de enunciados la INA está cerca de las CCA, aunque los mismos hayan sido formulados tardíamente. En 1917, en la revista de la Iglesia “Panorama Nuevoapostólico” fueron publicadas explicaciones claras sobre la presencia real, al introducirse en algunas partes la hostia con la aplicación de unas gotas de vino. Y en 1935, el libro “Ministerios y Sacramentos de la Iglesia Nueva Apostólica” exponía cómo en la Santa Cena la comunidad responde al sacrificio de Jesús: “Pero también nosotros debemos… realizar ofrendas, consistentes en el pan y el vino bendecidos para anunciar de esta manera la muerte del Señor con agradecimiento”.

Más que una mera confirmación

Ya con la “Libreta auxiliar” para Pastores y enseñanza para niños del año 1908 pasó a ser característico en la Iglesia Nueva Apostólica otro aspecto de la interpretación de la Santa Cena. Se trata de la relación entre el perdón de los pecados y la Santa Cena: “Por medio de las palabras de la Absolución (perdón de los pecados), el creyente es perdonado, pero al participar de la Santa Cena recibe la confirmación y el sello por la Absolución recibida del pecado perdonado y la vida nueva”. De este modo, el Sacramento propiamente dicho se convertía en un accesorio del perdón de los pecados, mientras que este último adquiría prácticamente la jerarquía de un Sacramento, sin ser declarado expresamente como tal.

En el transcurso de los años, la Iglesia Nueva Apostólica se desprendió de esta tradición. Recién en las “Preguntas y Respuestas” de 1972, la idea de la consumación o confirmación del perdón de los pecados deja de tener esa relevancia: “La Absolución produce el estado espiritual en el que la Santa Cena puede ser recibida dignamente”. Y con la reforma litúrgica del año 2010, la Santa Cena adquirió definitivamente su valor actual como momento culminante del Servicio Divino.

En el centro del espectro cristiano

Para la interpretación de la Santa Cena de la Iglesia Nueva Apostólica fue y es central el rol del ministerio de Apóstol, pues “Jesucristo instituyó la Santa Cena en presencia de los Apóstoles, confiándosela a ellos” (Catecismo INA 8.2.15). Por eso, “cuando el Apóstol o el portador de ministerio sacerdotal autorizado por él, realiza la consagración, esto acontece por encargo y poder pleno de Jesucristo. Es el Espíritu Santo el que hace posible la verdadera presencia del Hijo de Dios, su cuerpo y sangre en la Santa Cena”.

De este modo, la INA se acerca a la interpretación católico-romana según la cual ante la carencia de sacerdotes ordenados como corresponde “no se conserva la genuina e íntegra sustancia del misterio eucarístico”. Asimismo, en la Iglesia Nueva Apostólica cada cristiano bautizado con agua que confiese a Jesús como su Señor está invitado a participar del festejo de la Santa Cena en calidad de invitado. Esto, a su vez, se parece más a la “hospitalidad eucarística” de la Iglesia Evangélica Luterana.

Con lo cual, la INA –de manera semejante a su antecesora católica apostólica– se concibe posicionada en el centro del espectro de las confesiones cristianas.

mayo 13, 2019

Autor: Andreas Rother

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