Familia, eso existía antes. Hoy todo es más moderno, la familia ya quedó fuera. ¿O, a pesar de todo, todavía es importante? ¿Dónde empieza la familia, dónde termina? ¿Es valiosa o hace todo más difícil? ¿Qué implica una familia? Para estas preguntas hay muchas respuestas. Una aclamación por el Día Internacionall de la Familia.
En 1993 las Naciones Unidas con su resolución 47/237 decidieron que cada año el 15 de mayo se celebre el Día Internacional de la Familia. Un día de conmemoración sin sentido, dicen unos. Muy bien que se nos lo recuerde, opinan los otros. Los tradicionalistas entienden a la familia como una unidad de personas que viven juntas, que se mantienen unidas por una relación de estrecho parentesco. Para ellos la familia es el nido, el punto de partida, en el cual los descendientes pueden aprender las bases importantes para la interacción social. En la familia se transmiten los valores y las normas de una sociedad a una nueva generación.
Esta imagen de la familia todavía está ampliamente difundida.
Se le han agregado muchos matices. Familia, ¿qué es en realidad? hoy nos preguntamos. Con el paso del tiempo, las personas reflexionaron a veces más, a veces menos, al respecto. Antes había familias grandes de varias generaciones bajo el mismo techo. En la antigua Roma hasta la servidumbre de la casa y los esclavos formaban parte de la familia. Hoy la familia ensamblada se ha vuelto una decisión de vida muy querida y buscada a conciencia por personas que se sienten vinculadas. Ya no solo las parejas heterosexuales casadas con hijos matrimoniales de sangre son familia, sino también las personas solas o las parejas homosexuales son consideradas una familia arcoiris. El concepto de la familia se ha vuelto dinámico.
La familia como magnitud establecida
Ante estas preguntas sociales lo importante son ante todo los contenidos. En tiempos de separaciones, de falta de atención a niños y jóvenes, es particularmente importante el principio de pertenencia a una magnitud establecida. La familia quizás no sea una panacea, pero puede ayudar a salir de la peor soledad, de ser malentendido eternamente, del sentimiento de marginación y menosprecio, cuando … ¡cuando funciona!
¿Cómo puede tener éxito una familia, sea cual fuere su integración concreta? Una pregunta interesante a la que hay respuestas igual de interesantes:
- ¡Nada funciona sin tolerancia! Pensar con generosidad, ser benevolente permitiendo diferentes opiniones y buscar soluciones en conjunto nunca han perjudicado a nadie. A veces, el camino es la meta.
- ¡Ser comprensivo requiere de un aprendizaje! Poder entender al otro no cae del cielo. Necesita una cierta humildad ante el prójimo y educar el corazón. Por eso, la política familiar también es un tema de educación: tan solo el que aprendió a mirar más allá del horizonte ve lo que todavía no ha sido descubierto.
- Los compromisos son importantes y deben cumplirse. Uno se puede acostumbrar a las reglas. La «familia de los usuarios de la vía pública» lo saben: las reglas de tránsito son imprescindibles por más prudentes y escrupulosos que fueren los usuarios de la vía pública. No solo hay que respetar los derechos, sino también las obligaciones.
- ¡Pensar en provecho de todos! Muchas personas se lo han olvidado por completo. No vivimos solos en este planeta. Es imposible de imaginar la integración sin un denominador común. «Lo que tú aborreces que te hagan, tampoco lo hagas a otros» (Tobías 4:16) es un precepto mejor y más próspero que el principio «ojo por ojo, diente por diente».
«Trata a los demás así como quieres ser tratado por ellos». Jesús mismo expuso su opinión: «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Lucas 6:31).
Familia, ¿anticuada? ¿No realista? ¿O, a pesar de todo, un modelo que vale la pena? De todas formas, un buen día para reflexionar.
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