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Ver correctamente a Dios y los hombres

mayo 22, 2019

Author: Andreas Rother

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Jesucristo murió para que los hombres pudiesen vivir: «¿Fue necesario que alguien fuese castigado para que Dios volviese a estar bien dispuesto?», preguntó el Apóstol Mayor. La respuesta proviene de la Biblia ¡y sorprende!

«Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él». Este texto bíblico de 1 Juan 3:5 fue la base del Servicio Divino del 24 de marzo de 2019 en Dessau (Alemania). ¿Tuvo que morir Jesús porque Dios estaba dolido? ¿Tuvo que pagar para que todo quedase compensado?

Las tres obras del diablo

«Surge de esto una imagen extraña de Dios», dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. «Cuando me ocupé de este pensamiento, caí en esta palabra de Juan, en la epístola de Juan», explicada ante todo en el octavo versículo: «Jesús no vino para sufrir y morir, vino para deshacer las obras del diablo».

«Sí, ¿y qué son las obras del diablo?». Su respuesta: Primero el maligno les dio a los hombres una imagen falsa de Dios. «Él quiere reservarse algo para sí mismo. No podéis confiar tanto en Él». Después quedó destruida la comunión de los hombres con Dios. Y finalmente también fue perjudicada la comunión de los hombres entre sí.

La verdadera imagen de Dios

«El Hijo de Dios vino a la tierra para deshacer esta obra del diablo», aclaró el Apóstol Mayor. «Primero quiso volver a mostrar la verdadera imagen de Dios. Quería mostrar a los hombres quién es Dios y que Dios es el Dios del amor».

Para eso vino a los hombres, para tener comunión con ellos, para mostrales: «Estoy de tu lado». Y cómo: «Tenía absolutamente todo en común con los demás hombres. Tenía hambre, tenía sed, tuvo que sufrir, tuvo que morir. Fue un verdadero hombre. Hasta pasó por la muerte por pertenecer a la humanidad».

La verdadera comunión

También había que deshacer las otras obras del diablo: Jesús «quiso restaurar la comunión entre Dios y el hombre y la comunión de los seres humanos entre sí».

«A pesar de todo lo que sufrió, a pesar del poder del maligno que se desarrolló en forma realmente dramática, conservó su relación con Dios», enfatizó el Apóstol Mayor. «A pesar de todas las desilusiones, a pesar de todas las debilidades, su comunión y su amor al prójimo no fueron tocados».

La victoria compartida

En su amor el Hijo de Dios ahora dice: «Yo vencí el mal. No lo necesitáis vencer así como yo lo he vencido: Si creéis en mí, podéis ser partícipes de mi victoria».

«Sí, ¿y en qué debemos creer, entonces?», preguntó el Apóstol Mayor:

  • «Si queremos ser partícipes de la victoria de Jesucristo, debemos creer en Dios así como Él nos lo mostró. Creemos que Dios es la verdad, Dios es el amor».
  • «Creemos en Jesucristo, esto significa que creemos en su encarnación, creemos en su muerte, en su sacrificio, creemos en su resurrección, creemos en su retorno».
  • «Creemos que Él es la referencia absoluta para definir qué es pecado y qué no. Si tu relación con Dios es así como la relación de Jesucristo con Dios, no pecas. Si tienes frente a tu prójimo la misma actitud que Jesucristo, puedes estar seguro de que no es pecado».

La conclusión: «El que cree así, tiene parte en la victoria de Jesucristo. El obrar del maligno, la debilidad del hombre, el pecado del hombre, toda injusticia que experimentamos, no debe alterar nuestra comunión con Dios y no debe impedir que tengamos verdadera comunión entre nosotros».

mayo 22, 2019

Author: Andreas Rother

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