Cuanto mejor, tanto mayores: Reconocer los regalos divinos trae fuerzas y consuelo. Un pensamiento que entusiasma al Apóstol Mayor. Su Servicio Divino sobre la riqueza de la gracia en Cristo.
Sorpresivamento había llegado el 16 de junio de 2019 a Strass (Alemania del Sur). Y en el centro colocaba el texto bíblico de 2 Timoteo 2:1: «Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús».
«El Espíritu Santo nos quiere consolar, el Espíritu Santo nos quiere fortalecer. ¿Y cómo lo hace?», comenzó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider: Haciendo reconocer la riqueza de gracia divina. «Un pensamiento que me entusiasma una y otra vez es: Nos volvemos más fuertes al ser cada vez más conscientes de la gracia».
La capacidad de estar cerca de Dios
«La primera gracia es un regalo de Dios que le dio a los seres humanos». Solo a ellos les dio el lenguaje, la razón y la capacidad de amar. Esto equivale a que «Dios le dio al hombre la capacidad de tener una relación con Dios, de hablar con Dios, entenderlo y tener comunión con Él».
El que es consciente de esto ya tiene una fuerza especial: «Puede vencer muchas cosas porque sabe que lo terrenal no es lo único. Lo material no es lo más importante. Esto parece sobreentendido, pero ¿cuántas personas lo han olvidado?».
La confianza en el Redentor
La gracia de Dios se manifestó de manera perfecta en Jesucristo. «El Hijo de Dios vino a la tierra, murió por nosotros, nos redimió por su sacrificio. Tú puedes ser partícipe de su mérito».
«Si interiorizamos esta gracia y nos ocupamos de ella, tendremos una fuerza especial dentro de nosotros», dejó claro el dirigente de la Iglesia. «Entonces confiaré totalmente en Él. ¿Cómo no confiar en alguien que murió por mí?».
La fuerza de la vida divina
«El Señor Jesús incluso fue más allá: Él nos dio su vida, la vida divina a través del don del Espíritu Santo. Una gracia muy especial es que en mí vive la vida de Jesucristo».
«Si somos conscientes de esta fuerza, sabremos que con Cristo podremos lograrlo: Puedo llevar esta carga, puedo vencer este mal, puedo quedar fiel hasta el final».
Perdón de los pecados y dones de gracia
«¿Qué seríamos sin el perdón de los pecados?», preguntó el Apóstol Mayor. «Es una fuerza el saber que el amado Dios no me abandona. Él me brinda una y otra vez la oportunidad de comenzar de nuevo».
Todo ser humano ha recibido dones de gracia: uno el don de la oración, el otro puede consolar y un tercero puede ayudar en forma concreta. «Y eso nos hace fuertes. Cada uno puede hacer algo por su prójimo».
El futuro sin preocupaciones
«Cuando pensamos en el futuro, a veces nos preocupa». Por ejemplo, «¿qué pasará con nuestra consumación? Estoy tan lejos de alcanzarla. Todavía no me veo alguien consumado y perfecto». Pero, «cuando venga el Señor, regalará a todos de su gracia. A todos los que realmente tuvieron el anhelo de tener comunión con Dios».
Las aparentes victorias del maligno no deberían producir desaliento, enfatizó el Apóstol Mayor Schneider. «El pecado nunca será tan grande que Dios ya no podría ayudar. Hasta el final ofrecerá salvación una y otra vez. La gracia de Jesucristo seguirá siendo lo más fuerte hasta el final».