Impulsos del DJI: Socorro, mi pareja es portador de ministerio
¿Cómo puedo ser un buen ejemplo para mis hijos si no tengo tiempo para el cuidado de mi propia alma? ¿Qué hacer cuando se pierde el equilibrio trabajo-vida-Iglesia? Hubo respuestas a estas preguntas en el DJI 2019.
En círculos de conversación, numerosas compañeras de portadores de ministerio se dedicaron a buscar alternativas de solución. Christina Bartels y Jana Weyh condujeron sendos encuentros durante el Día de la Juventud Internacional en Düsseldorf (Alemania). Muchas mujeres aceptaron el ofrecimiento, algunas junto a sus parejas.
El ministerio compete a toda la familia
Por más diferentes que sean las situaciones de vida, las mujeres estuvieron de acuerdo: Dios sabe a quiénes une. Frecuentemente, las mujeres aportan fortalezas y aspectos a la relación que pueden ayudar a los hombres a cumplir mejor sus tareas ministeriales. Y a la inversa, no solo los hombres se benefician por el ministerio, la bendición ejerce sus efectos sobre toda la familia. Un participante de la conversación aclaró: «¿Qué nos imaginamos por bendición? La palabra hebrea para bendición es ‘barak’, que significa: ser equipado con poder sanativo». Sin embargo, para que esta bendición pueda ejercer sus efectos debe posibilitarse la participación de la mujer y los hijos.
La comunicación abierta es el Alfa y la Omega
Algunas de las participantes tienen padres que fueron portadores de ministerio y que luchan hasta el día de hoy con las grandes expectativas que en su momento pesaban sobre sus familias. Christina Bartels las alentó: «Cuando se llega a los límites, sin falta hay que comunicarlo». Aunque no exista un plan maestro para relaciones exitosas, tener el valor para una comunicación sincera con la pareja es una ayuda enorme. Dichos pasivos agresivos como «¡Uau, ya estás ahí!» solo agravarían la situación. La alegría por el tiempo compartido, el pugnar por la avenencia y la conversación abierta también son buenos ingredientes para un equilibrio sano.
Christina Bartels y Jana Weyh priorizan en el tiempo compartido con la familia la calidad antes que la cantidad. Una participantes la apoyó: Su propia hija estaba de niña tan feliz con la situación familiar que estaba convencida de que «cuando sea grande, yo también me quiero casar con un Pastor».
Nos deleita estar en la casa del Señor
A pesar de todo, uno a veces puede sentir que la casa de Dios es más bien una carga. Las participantes reunieron consejos prácticos sobre cómo conservar la alegría en el Señor o cómo vivificarla: establecer regularmente un calendario para la familia puede ayudar a organizar la semana. Compartir las tareas también es posible en muchos casos, como explicó la esposa de un dirigente de comunidad: «Los domingos mi esposo predica casi siempre. Miércoles por medio yo voy al Servicio Divino mientras él se queda con los niños. Así los demás portadores de ministerio no pierden la práctica y yo puedo participar regularmente de Servicios Divinos en los cuales puedo recibir la palabra sin que nada me distraiga». Los portadores de ministerio muy comprometidos muchas veces se inclinan a realizar cada una de las tareas que se presentan en la comunidad. Si los miembros de la comunidad y los portadores de ministerio tiran de la misma cuerda, también podrían hacer alguna vez algún que otro recorte: «Entonces puede ser que alguna vez no haya adorno floral. La bendición nos la llevamos igual del Servicio Divino».
Ideas para el futuro
«Sería hermoso tener un gran foro que esté disponible para cada mujer que lo quisiera. No todas tienen en su propia comunidad hermanas con las que pueden compartir sus preocupaciones», expresó Jana Weyh. Las muchas respuestas positivas de las participantes confirman que un intercambio así entre ellas puede traer frutos. Una joven se despidió con las palabras: «Gracias, usted me quitó el miedo del futuro».
Foto: Jona Ruthardt