¿Riqueza en Cristo? Septuplicada la halló el Apóstol de Distrito Kububa Soko (Zambia, Malawi, Zimbabwe). ¿Dónde y cómo exactamente? Lo dice su aporte para el lema del año 2019.
El lema del año 2019, «Riqueza en Cristo», despierta en nosotros, como cristianos nuevoapostólicos, muchos pensamientos. En su epístola a los Gálatas (5:22), el Apóstol Pablo menciona los frutos del Espíritu. A mi entender, son la expresión de la abundante riqueza que tenemos en Jesucristo. Entre ellos están:
Amor. El amor cubre todo. Estamos convencidos de que Dios por amor nos da la posibilidad de tener comunión con Él y entre nosotros. Como cristianos debemos retribuir su gracia amando y respetando a Dios y su creación, observando su doctrina, transmitiendo el Evangelio de Cristo y amando a nuestros semejantes sintiendo compasión por ellos cuando pasan por necesidades.
Gozo. Nuestro gozo tiene diferentes motivos. Por un lado, surge del saber y de la fe firme de que Jesús es nuestro Señor, que venció a la muerte, ascendió al cielo y desde allí vendrá nuevamente para llevarnos con Él. También el hecho de que nuestros nombres están escritos en los cielos, es un motivo de gozo (Lucas 10:20). Con este conocimiento, sirvamos gozosos al Señor y sirvámonos unos a otros.
Paz. La paz hace posible amar a Dios y amarnos entre nosotros. Como cristianos nos deberíamos esforzar por tener la conciencia tranquila y tener paz interior siguiendo a Cristo y haciendo la voluntad de Dios. También nos debemos esforzar por estar en paz con todos los hombres (Romanos 12:18).
Paciencia. Como hijos de Dios seamos pacientes con los demás, sabiendo muy bien que no somos perfectos como seres humanos. Practiquemos hacia los demás el perdón verdadero y la reconciliación, así como el Señor hace con nosotros.
Benignidad. Presentémonos ante el Señor en humildad para que Él nos pueda exaltar. Mostremos también una firme voluntad de compasión y empatía para con los demás y también por la creación de Dios.
Bondad. En la comunión con el Señor y unos con otros experimentamos bondad. Estamos convencidos de que cuando tenemos comunión con el Señor, aprendemos cómo es su naturaleza y estamos inspirados a ser semejantes a Él. Que este deseo de comunión con el Señor y entre nosotros siempre quede preservado.
Fe. Nuestra conducta debe reflejar la naturaleza de Jesús que tenemos en nosotros. Quedemos fieles a su doctrina, así como a la enseñanza de los Apóstoles.
Esta riqueza que poseemos en Jesucristo, nos debe motivar a mantenernos fieles a Él y a estar preparados para su inminente retorno.
Foto: NAC Zambia