En la entrevista, Charles Ndandula, el Apóstol de Distrito saliente de Zambia, Malawi y Zimbabwe, hace un balance de sus catorce años como Apóstol de Distrito.
Apóstol de Distrito Ndandula, ¿qué será lo primero que hará estando en descanso?
Lo primero que tengo por delante es una mudanza a otra vivienda. Después me sentaré con mi esposa y conversaré con ella cómo planearemos nuestro descanso.
Cuando uno pasó una gran parte de su vida sirviendo en la Iglesia ‒con 33 años recibí el ministerio de Apóstol, desde septiembre de 1998 trabajé de tiempo completo para la Iglesia‒, uno primero tiene que acostumbrarse a esta nueva etapa de la vida.
Cuando usted hace 14 años llegó a ser Apóstol de Distrito, entre otras cosas se propuso construir más iglesias y al mismo tiempo lograr que las Iglesias regionales fuesen autónomas financieramente. ¿Pudo hacer realidad lo que se propuso?
Solo en Zambia la cantidad de miembros de la Iglesia creció desde 2005 en unos 300.000; las entonces 6200 comunidades, entretanto, llegaron a ser 7300. Pudimos realizar algunos grandes proyectos de construcción, por ejemplo. En el ínterin, algunas comunidades incluso efectúan la edificación de su iglesia con medios propios. Casi cada mes uno de los Apóstoles está en camino para inaugurar en alguna parte una iglesia nueva. Pero también hemos invertido en programas sociales y de ayuda, que constituyen una parte importante del trabajo de la Iglesia.
En dos Iglesias regionales hemos logrado durante mi período ministerial la autonomía financiera. Desde 2013 la Iglesia regional Zambia, la más grande de las tres Iglesias regionales con más de 1,3 millones de miembros, se autofinancia. La Iglesia regional Malawi, que cuenta con 350.000 miembros, está en condiciones desde este año de arreglárselas sin subvenciones. En Zimbabwe las condiciones son más complicadas, todavía pasará un tiempo hasta que lleguemos a ese punto.
¿Qué experiencias ha hecho con el trabajo con la juventud? ¿Cómo se puede motivar a los jóvenes para que se comprometan en la Iglesia?
Tengo que decir que no es sencillo motivar hoy en día a los jóvenes para la Iglesia. Pero esto no quiere decir que primero no lo deberíamos intentar. Como un instrumento de motivación veo el transmitirles responsabilidades. Y eso para una cosa o una tarea que al joven realmente le interese, en la que quiera aplicar sus dones. Pero también hay que dejarles libertad en su actividad, sino no funciona. Otro punto es que ya tenemos que colocar los fundamentos de la motivación en la escuela dominical, despertando la curiosidad y el interés de los niños por la causa del Señor.
¿Hay algo que le quedó especialmente grabado de su período de actividad ministerial?
Para mí cada día de mi actividad ministerial estuvo vinculado con una experiencia especial: vivir el amor de Dios y su presencia. Básicamente todo es especial, pues no tomo nada, ni un solo día que pude vivir, por sobreentendido.
¿Ya quedó un poco en el olvido el atentado que sufrió, del cual usted informó hace un tiempo?
Nunca olvidaré ese día de septiembre de 1998. Mi esposa y yo junto a nuestro hijo estábamos regresando de un internado en el distrito de Monza. En el viaje nos detuvimos en Lima Garden, donde queríamos pasar la noche en una propiedad de la Iglesia. Al ingresar al terreno vimos una banda de ladrones armados. Hice una oración y conté con que esa sería la última. Los ladrones abrieron fuego y dispararon hacia nuestro vehículo, aunque nosotros, como por un milagro, no resultamos heridos. Uno de los bandidos rompió la ventanilla, los trozos de vidrio volaron a mi cara y comencé a sangrar. Entonces nos tiraron fuera del vehículo, yo caí al piso y el líder de la banda me disparó cinco tiros, pero ninguno de ellos me alcanzó. ¡Fue un milagro el hecho de que sobreviví! ¡Un milagro de protección divina!
¿Cómo pasará su tiempo libre en el descanso, ya tiene algún plan concreto?
Tengo previsto ayudar a mi esposa a trabajar en el jardín, pienso que entonces estaré ocupado. Después además están los nietos que me extrañaron mucho y a los cuales por fin podré dedicarles más tiempo. Para mantenerme en forma física, también iré a un gimnasio.
¿Qué espera de su vida de fe en el futuro, para usted personalmente pero también para sus hermanos y hermanas?
Espero que ahora no solo pueda poner en práctica lo que yo mismo prediqué, sino también lo que me será predicado en el futuro. También espero encontrar mi futuro rol y mi lugar en la comunidad. Y mi gran esperanza es el retorno de Cristo. Quiero estar preparado cuando Él venga. Y lo deseo para todas mis hermanas y hermanos.