Para dar a Dios lo que cuenta es el corazón
El sacrificio definitivo lo ofreció Jesucristo. ¿Qué beneficios tendrá entonces ofrecer uno mismo sacrificios y ofrendas? Cinco buenos motivos para ello y lo que significan para que el que lo hace.
El Servicio Divino del domingo 15 de septiembre en Pago-Pago (Samoa Americana) giró en torno a Génesis 4:4: “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda”.
Primero el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider se refirió al Antiguo Testamento. Nombró cinco motivos que hicieron que el pueblo judío ofreciera sacrificios y ofrendas:
- Para adorar a Dios
- Para agradecerle
- Para tener comunión con Él
- Para pedir bendición o ayuda
- Para ser reconciliado con Él.
Sin embargo, el Nuevo Testamento cambió todo: “Jesús, el Hijo de Dios, ofreció su sacrificio”. Este sacrificio es “perfecto y eternamente valedero para todo aquel que cree en Jesucristo”. Y esto significa “que no tenemos que ofrecer sacrificios ni ofrendas para ser salvos”.
No obstante, hay muchos otros motivos para ofrecer sacrificios y ofrendas a Dios, siguió explicando el Apóstol Mayor:
- Adoración y confesión: “Nuestras ofrendas son, en primer lugar, una confesión de fe. Creemos en Dios, nuestro Padre. Él nos da lo que necesitamos sobre la tierra. Creemos en el Creador, creemos que todo viene de Él. Somos totalmente dependientes de su gracia”.
- Expresión de agradecimiento: “También ofrecemos nuestras ofrendas para agradecer a nuestro Benefactor. Agradecemos a Dios por la redención que nos brinda. Le agradecemos haciendo el bien, ayudando a los demás y compartiendo nuestro tesoro espiritual. Agradecemos a Dios por todo lo que experimentamos en su Iglesia. Y por eso también traemos nuestras ofrendas, para brindar nuestro apoyo a la Iglesia”.
- Anhelo de comunión: “Y para tener comunión con Cristo tenemos que renunciar a todo lo que no es compatible con Jesús”. Forma parte de ello el pecado en todas sus formas, ideas y opiniones que no responden a Jesús, así como deseos y oraciones a los que Dios no responde.
- Aspiración de perdón: “Gracias al sacrificio de Jesucristo no tenemos que traer ofrendas para alcanzar el perdón”. No obstante, “Jesús quiere que dejemos algo”. Quiere que dejemos de lado la acusación al prójimo, la idea de revancha. No siempre es fácil dejar de lado la idea de justicia humana. “Esto también es un sacrificio espiritual para alcanzar el perdón”.
- Confianza en Dios: “Y después sucede que hacemos una oración especial. Oro y le voy a ofrecer a Dios una ofrenda especial. Con seguridad, no podemos comprar la ayuda de Dios. ¿Por qué lo hacemos entonces? Queremos mostrar a Dios qué importante es esta oración para nosotros. A través de nuestra ofrenda le queremos agradecer a Dios aún antes de que responda a nuestra oración. Y lo hacemos para mostrar a Dios que ‘yo confío en ti; tú me ayudarás y hagas lo que hagas será la solución correcta para mí’”.
Como para Abel rige: “Lo importante es nuestro corazón, no las cosas que ofrecemos”, destacó el Apóstol Mayor Schneider. “Todos los sacrificios y las ofrendas que ofrecemos con un corazón limpio serán bendecidos por Dios. Mi deseo es que todos lo podamos experimentar”.