¿Una lengua universal para todos? ¿Olvidar la lengua materna? ¿Es posible? Claro que lo es, tanto uno como lo otro. Por suerte, hay una solución común para ambos problemas. Una reflexión sobre el Día Internacional de la Lengua Materna que se celebra hoy.
¿No sería fantástico viajar por el mundo y poder hablar con todas las personas con las que uno se encuentra en su propia lengua materna? Desafortunadamente, llevaría varias vidas enteras aprender las aproximadamente 7.100 lenguas que hoy se hablan en torno al orbe, ¡ni mencionar los dialectos!
Incluso se han hecho varios intentos para introducir lenguas universales construidas artificialmente, como el «esperanto», que significa «el que espera». Pero la idea de enseñar a todas las personas en la tierra el mismo idioma resultó ser completamente imposible.
Un único lenguaje para todos
Sin embargo, existe un lenguaje que todos pueden entender y articular, que es el lenguaje del amor. Dios es amor y nosotros fuimos creados a su imagen.
El problema es que la caída en el pecado nos hizo olvidar mucho de nuestra «lengua materna» original. Si bien algunos de sus restos aún pueden parecernos vagamente familiares, nuestro conocimiento es fragmentado e incompleto. En cambio, llegamos a dominar el lenguaje de nuestra propia naturaleza pecaminosa, que nos resulta mucho más fácil.
La lengua materna: perdida …
Cuando yo era pequeño, mis padres, –que inmigraron a Canadá desde Alemania– al principio me hicieron hablar solo alemán. Fueron muy estrictos y así fue que el alemán se convirtió en mi lengua materna, la lengua de mi patria. Incluso aprendí a leerlo y escribirlo.
Sin embargo, como vivíamos en Canadá, también tuve que aprender inglés antes de poder ir a la escuela. Cuando pasé a segundo grado, casi había olvidado el alemán en mi entorno de habla inglesa y no tenía más ganas de usarlo, ya que ninguno de mis amigos lo entendía.
Eso sí, todavía oraba en alemán hasta bien entrada la adolescencia. Esto principalmente implicaba viejos patrones de expresión que me resultaban familiares, restos de una infancia olvidada ya hace mucho tiempo. Pero ya no tenía idea de cómo formular mis propias frases. Algunos hablantes nativos hasta opinaban que nunca volvería a hacerlo bien.
… y nuevamente encontrada
No fue hasta que fui a la universidad y tomé algunos cursos de alemán que recuperé todo lo perdido. Y todavía no estaba seguro. Al principio me sentía muy incómodo hablando en alemán con alguien y estaba muy lejos de mi «zona de confort». Muchas veces, cuando buscaba una palabra, todo lo que se me ocurría era el término en inglés. Lo único que podía hacer es seguir intentándolo.
Me costó muchos años de trabajo volver a aprender mi propia lengua materna. Y ahora sé que nunca sabré cada palabra de su vocabulario, sin importar cuántos años practique. De hecho, nadie puede saber todas las palabras de ninguna lengua. Es un ejercicio de por vida, aprender incluso un solo idioma.
Aprender del Maestro perfecto
Para ayudarnos a recordar todo lo que hemos olvidado por la caída en el pecado, Dios nos envió al Maestro perfecto: Jesucristo. Su vida y su ejemplo nos proporcionan toda la orientación que necesitamos. Incluso hay una descripción detallada de ese amor en 1 Corintios 13, donde el Apóstol Pablo muestra en todo detalle lo que realmente implica practicar ese amor. Y aún se podría decir mucho más sobre el tema.
A primera vista, un estándar tan alto puede parecer imposible. Y el maligno además intentará decirnos que nunca lo haremos bien. Pero nunca olvidemos que el amor de Dios fue «derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo». Cometeremos errores, volveremos a nuestra vieja naturaleza y tendremos ganas de rendirnos, pero Dios continuará enseñándonos pacientemente en los Servicios Divinos, compartiendo con nosotros la naturaleza de Cristo en la Santa Cena y enviándonos de vuelta al mundo para aplicar lo aprendido.
Simplemente no te rindas
Al principio puede parecer incómodo dar testimonio del amor de Cristo y practicarlo, pero cuanto más coraje tomemos, cuanto más salgamos de nuestra zona de confort y cuanto más nos esforcemos, tanto más fácil nos resultará. ¡Y las personas responderán!
Naturalmente, no dominaremos este idioma solos, incluso después de toda una vida de esfuerzo, nuestro Dios nos perfeccionará en gracia cuando envíe a su Hijo. Entonces seremos incorporados directamente en el reino de los cielos.
No solo seremos capaces de hablar con todos los demás en la misma «lengua materna», sino que nos parecerá algo completamente natural conversar con el amado Dios por toda la eternidad.
¡Nunca dejemos de aprender!
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