Los domingos en el Servicio Divino pueden olvidarse por unos momentos las preocupaciones. Pero Dios quiere hacer aún más: Él quiere liberarnos de las preocupaciones. El Apóstol Mayor explicó en un Servicio Divino lo que pueden aportar los creyentes para que así sea.
El 26 de julio de 2020 pudo celebrarse un Servicio Divino bajo las condiciones del coronavirus en Siegen (INA Alemania del Oeste), que fue oficiado por el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Como texto bíblico utilizó 1 Pedro 5:7: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.
Las preocupaciones por la existencia terrenal
Echar las preocupaciones por la existencia terrenal sobre Jesucristo no significa dejar de realizar nuestras tareas cotidianas. “No debemos volvernos ociosos, pero no debe convertirse en una preocupación”, explicó el Apóstol Mayor. Una preocupación o ansiedad, como dice el texto bíblico, es algo que atormenta y asusta. Por esta razón, la preocupación del Señor era que “la aflicción por nuestra existencia terrenal se haga tan grande que ya no tengamos tiempo o energía para ocuparnos de nuestra salvación, y que se vea perjudicada nuestra relación con Dios”. Para que esto no suceda, las preocupaciones deben ser echadas sobre Jesucristo. Una forma de hacerlo es venciéndonos a nosotros mismos: “Debemos humillarnos ante Dios, porque sabemos que todo viene de Dios, es gracia”, explicó el Apóstol Mayor, añadiendo: “El amado Dios sabe mejor que yo lo que necesito”. Por otro lado, a través de la confianza en Dios: “Confío en su amor, su omnipotencia, nada es imposible para Él”, dijo el Apóstol Mayor y prometió: “Nada nos impedirá tener comunión con Dios”.
Las preocupaciones por nuestra propia salvación
Muchos se preguntan: “¿Puede ser que Dios me haya elegido a mí y no a otros?” y: “¿Lo lograré?”. Pero incluso si uno no entiende a Dios, puede confiar en Él. “No te preocupes innecesariamente”, dijo el Apóstol Mayor, “no te puedes ganar tu salvación. Solo puedes alcanzarla por gracia”. Convocó a los hermanos a esforzarse por la salvación, pero sin dejar que este esfuerzo se convierta en una preocupación.
Las preocupaciones por la salvación de aquellos que amamos
También la preocupación por los hermanos y hermanas que ya no vienen a la Iglesia debe ser echada sobre Dios. Esto no significa que uno se vuelva indiferente hacia ellos. “Eso no es posible, pues los amamos”, dijo el Apóstol Mayor. Pero “esta preocupación no debe convertirse en un obstáculo para nosotros. Porque nos roba la alegría, porque en última instancia puede afectar nuestra relación con Dios”. Estas preocupaciones pueden ser echadas sobre Jesús confiando en Él:
- Reconocer humildemente: “Aunque fuéramos perfectos, no podemos salvarlos. Solo el amado Dios puede hacerlo”.
- Aceptar humildemente: “Dios ha decidido que todos tienen libre albedrío. No podemos obligar a nuestro prójimo a alcanzar la salvación”.
- Ser conscientes humildemente: “Los amo, pero el amado Dios los ama aún más”.
- Confiar humildemente en su fidelidad: “Incluso cuando los seres humanos son infieles, Dios permanece fiel”.
Las preocupaciones por el futuro de la Iglesia
Estas preocupaciones nos recuerdan la tempestad en el lago (Marcos 4:35-40). Los discípulos estaban preocupados porque la barca estaba llena de agua y amenazaba con hundirse. Pero Jesús estaba dormido y cuando lo despertaron les dijo a los discípulos que no tenían fe. “Esta preocupación por la Iglesia puede llegar a ser muy deprimente, agobiante y puede desanimarnos totalmente”, mencionó el Apóstol Mayor. Pero también aquí hay que confiar. “Teníamos ideas completamente diferentes”, admitió el Apóstol Mayor, pero ahora es el momento de decirnos a nosotros mismos: “Amado Dios, tú lo sabes mejor, no entiendo nada, pero confío en ti. Tú te ocuparás de tu pueblo. Yo seguiré adelante”.