Jesús bebía vino y Juan el Bautista era un asceta. ¡¿Seguramente ninguno de los dos puede ser enviado por el Señor?! Sí, pero las obras de Jesús lo demuestran. Y el que anda por el camino que Jesús mostró, tiene razones para regocijarse.
Para el Servicio Divino del 9 de agosto de 2020 en Gifhorn (Alemania del Norte y del Este), el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider trajo un pasaje bíblico de Lucas 7:33-35: “Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos”.
¿Asceta o vividor?
“Jesús reprochó a los escribas y fariseos que no aceptaran ni a Juan el Bautista ni a Él”, explicó el Apóstol Mayor el contexto. “Ambos fueron enviados por Dios y ambos fueron rechazados”. ¿Por qué? Porque uno vivía ascéticamente, lo que los fariseos encontraban sospechoso, y el otro celebraba, por lo que no podía venir de Dios. El Apóstol Mayor dejó claro que ambas fueron excusas poco convincentes. Los fariseos tenían problemas con el Evangelio. Y como no aceptaron a los mensajeros, tampoco aceptaron al que los enviaba.
Incluso hoy en día hay cristianos que se retiraron de la Iglesia porque tienen algún problema con los portadores de ministerio y los hermanos en la fe. Claramente, la Iglesia no es perfecta. Pero uno debería preguntarse honestamente: “¿Cuál es mi actitud hacia Jesucristo y su mensaje?”.
Sin concesiones
“Jesucristo es absolutamente inflexible”, explicó el Apóstol Mayor. “Hoy se diría que es radical”. Jesús no hace concesiones, Él dice:
- “Quien quiera seguirme debe negarse a sí mismo”.
- “Buscad primeramente la justicia del reino de Dios”.
- “Lo que le hagáis al más pequeño de estos, me lo haces a mí”.
“Para alcanzar la salvación, se debe seguir su camino”, dijo el Apóstol Mayor, “no se pueden hacer concesiones”.
Con su resurrección, Jesús demostró la verdad de sus palabras. Hoy los creyentes pueden estar seguros: Aunque muchas personas ya no acepten el Evangelio, “la veracidad del Evangelio no depende del número de los que creen en él”.
Vocación y destino
El Hijo de Dios no solo celebró, sino que también sufrió hambre y sed, y estaba triste. ¿Por qué? “Porque Jesús quería mostrar: Amo a todas las personas, me identifico con todas las personas en todas las situaciones”, respondió el Apóstol Mayor. Esto significa: “No importa la situación en la que se encuentren las personas, Él concede la misma salvación a todos”.
Pero Jesús perseveró en todas las diferentes situaciones que tuvo que experimentar. “Nunca olvidó quién era y para qué fue enviado”, destacó el Apóstol Mayor. En esto fue un ejemplo para los cristianos de hoy: “Ya sea que nos vaya muy bien o muy mal, siempre debemos recordar quiénes somos”. La respuesta del Apóstol Mayor: “Nuestro destino es estar con el Señor para siempre, hemos sido llamados para servir al Señor y a nuestro prójimo”.
Por la forma en que Jesús disfrutaba de la vida, se puede ver que no es cierto que un cristiano no solo tiene que sufrir para recibir la salvación. “Juan el Bautista es la mejor prueba de que el renunciamiento y una vida ascética no son garantía de salvación”, recordó el Apóstol Mayor a los creyentes. No es el renunciamiento lo necesario para la salvación, sino el seguimiento.
Razones para regocijarse
“¿Por qué comía y bebía Jesús con sus discípulos?”, preguntó el Apóstol Mayor, e inmediatamente respondió: “El Maestro estaba con ellos para tener comunión con ellos”. Incluso hoy en día, los cristianos tienen razones para regocijarse:
- Tienen participación en la herencia de Dios: “Estoy destinado a experimentarla”.
- Experimentan la ayuda y la presencia de Dios: “El Señor está aquí, no me ha olvidado”.
- Experimentan la alegría de la comunión: “La comunión de los creyentes, Dios está en medio de nosotros”.
- Experimentan la alegría de la Santa Cena: “En ella tenemos un anticipo del banquete que podremos celebrar en el cielo”.
- Y experimentan la alegría de que esperan la comunión eterna con Dios: “Quien siga a Jesucristo puede regocijarse ya hoy: pronto vendrá el Señor y estaremos con Él para siempre”.
Jesús mostró que no es decisivo vivir ateniéndose a las muchas leyes de la Biblia. “Quien quiera la salvación debe amar a Dios y al prójimo”, explicó el Apóstol Mayor. Los textos de la Biblia solo muestran el punto de vista de la sociedad de esa época. Y Jesús nunca quiso cambiar la sociedad. ¿Y entonces qué? “Jesucristo quiere nuestra salvación”, aseguró el Apóstol Mayor. Quien cree en Dios y en Jesucristo, lo sigue y ama a Dios y al prójimo, también puede ejercer una influencia positiva en la sociedad. Y experimentará el amor de Dios.