La mujer y el hombre, ¿con el mismo valor como imagen de Dios? No faltan testimonios sobre las mujeres en la Iglesia temprana. Sin embargo, la cuestión es lo que dicen sobre el papel de la mujer en la Iglesia.
La posición de la mujer en la antigüedad helenística romana estaba bajo el signo de la supuesta superioridad del hombre, en el ámbito cultural griego aún más que en el romano. De ello se deduce que el papel de la mujer no se refleja, ni siquiera en autores cristianos como Pablo, incluso cuando escribe sobre las mujeres. Es un hijo de su tiempo y, en consecuencia, define la relación entre el hombre y la mujer como una relación de subordinación. La realidad en las comunidades, sin embargo, era más variada.
La mujer en el Imperio Romano de la época imperial
En la época de la Iglesia temprana, las mujeres del Imperio Romano poseían más derechos que en cualquier otra cultura. En la época imperial, las mujeres adquirieron competencia legal y podían administrar sus propios bienes. El derecho romano no las podía obligar a casarse y también tenían la opción de divorciarse de un hombre. Las mujeres de clase alta tenían acceso a la educación. En el siglo I hubo una verdadera emancipación de las mujeres de esta clase.
La mujer en el cristianismo temprano
La mención de las mujeres por su nombre en las Escrituras del Nuevo Testamento es una indicación de que las mujeres desempeñaban un papel importante en la Iglesia temprana. Febe, Priscila, Ninfa o Cloé dirigieron iglesias domésticas y asumieron funciones de liderazgo en las comunidades; Junias es señalada por Pablo en Romanos como “muy estimada entre los apóstoles, y que también fue antes de mí en Cristo”.
Eusebio de Cesarea, en su Historia de la Iglesia, registra mujeres dirigentes de comunidades domésticas, profetisas en la tradición de las hijas de Felipe, misioneras cristianas y numerosas mártires, aunque las mujeres solían permanecer en el anonimato.
Otra característica de la Iglesia temprana es que la espiritualidad y la autoridad espiritual que conlleva aún no estaban vinculadas al ministerio. El senador romano Plinio el Joven hizo encarcelar, en lugar de los dirigentes, a dos mujeres y las citó para interrogarlas, siendo ellas consideradas las autoridades espirituales en la comunidad.
El ideal de la virginidad
El alejamiento del mundo terrenal, el ideal del renunciamiento, el afán por algo más elevado, espiritual, y la expectativa de un inminente fin del mundo no solo inspiraron a los cristianos, sino que también dieron forma a muchos cultos y sectas. La apreciación de la virginidad por parte de los primeros cristianos se ajusta a esta imagen. El abandono del papel tradicional de esposa y madre permitió a las mujeres, en su mayoría adineradas, dedicarse por completo a las tareas de caridad en la comunidad y hacer fructificar sus dones espirituales.
La abstinencia se consideraba una cualidad ética especial y se valoraba como expresión de una vida en el espíritu y de la perfección moral. Debido a su alto prestigio en la comunidad, la virginidad era muy deseada para las jóvenes; en la parte oriental del Imperio, las vírgenes se contaban incluso entre el clero.
Las vírgenes, al igual que las viudas y las diaconisas, formaban un estatus separado en la Iglesia, y también podían asumir funciones de liderazgo en las comunidades. En algunas comunidades de la Iglesia primitiva, las vírgenes estaban en la jerarquía por encima de las diaconisas ordenadas. Con el auge del monacato, las vírgenes desaparecieron de la vida en las comunidades y, en adelante, solo les quedó la existencia monástica.
El servicio de las diaconisas
Además de los servicios caritativos en la comunidad, las diaconisas eran las principales responsables de la instrucción religiosa de las candidatas al Bautismo y en algunos casos también de los candidatos masculinos. Las diaconisas eran seleccionadas y nombradas por la comunidad.
En Egipto, en el siglo IV, se debatió la cuestión de la participación de las diaconisas en la administración del pan y el vino. Se les permitía llevar la Santa Cena a los enfermos; sin embargo, se excluía su participación en la eucaristía.
Algunos Obispos francos ordenaron a diaconisas hasta en el siglo VI. Esta práctica, sin embargo, no fue tolerada por la Iglesia durante mucho tiempo. El Concilio de Orleans prohibió a las mujeres desempeñar cualquier función dentro de la Iglesia. Hay pocas pruebas firmes sobre las razones de esta prohibición.
De las órdenes eclesiásticas se puede concluir que el desarrollo de la liturgia contribuyó a la pérdida de importancia del diaconado. La aparición de una fuerte jerarquía eclesiástica de ministerios no dejó lugar al espíritu igualitario de las primeras comunidades cristianas.
La conclusión sobre la Iglesia temprana
En la Iglesia temprana del siglo I, las mujeres desempeñaron un papel más importante en las comunidades y en la difusión del cristianismo que en cualquier otro momento posterior de la historia. La caída del Imperio Romano y la agitación del período de las grandes migraciones acabaron con este progreso. La evolución política condujo a la aparición de un clero masculino muy jerarquizado y el papel de las mujeres se limitó a los servicios de caridad.
El papel importante de la mujer en la Iglesia primitiva es el tema de este artículo, que apareció originalmente en una versión mucho más larga en la revista spirit, edición 02/2018 . En el siguiente artículo de esta serie se describirá la evolución de la sociedad en general.
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