Donación de órganos, eutanasia, medidas de prolongación de la vida. La medicina moderna confronta repetidamente a las personas con decisiones existenciales. Aquí una guía de orientación desde la perspectiva de la fe nuevoapostólica.
“Comienzo y final de la vida humana” es el título de una elaboración del grupo de trabajo (GT) de la Iglesia denominado Medicina, que cuenta con profesionales de renombre. La primera parte de este estudio fue publicada por el magazín de la Iglesia a principios de año. Ahora sigue la segunda parte.
La muerte se produce paso a paso
“No matarás” dice el mandamiento de Dios. Y el ser humano, como su imagen, es especialmente digno de protección. Sin embargo, las posibilidades médicas plantean interrogantes, al menos desde que son posibles las donaciones de órganos, o que los pacientes en coma pueden ser mantenidos con vida artificialmente, o que morir con dignidad se ha convertido en objeto de testamentos vitales.
El foco de atención se centra siempre en la misma pregunta: ¿Cuándo se produce exactamente la muerte? O, para decirlo desde la perspectiva de la fe: ¿Cuándo se separan exactamente el cuerpo y el alma?
Morir no es un acontecimiento puntual, sino un proceso: paso a paso van fallando los órganos hasta llegar a un paro cardíaco y a la muerte cerebral. Algunas células del cuerpo –como las del tejido conectivo– pueden sobrevivir durante semanas. Entonces, ¿cómo se puede determinar el momento de la muerte?
Centrarse en el órgano decisivo
“El cerebro es el órgano decisivo que maneja el cuerpo”, explica el GT Medicina. “Después de su muerte se produce la muerte inevitable de todos los órganos y tejidos. La muerte cerebral sucede generalmente pocos minutos después de detenerse definitivamente el corazón”.
Los profesionales médicos pueden determinar la muerte cerebral –la pérdida total e irreversible de las funciones cerebrales– incluso mientras todavía haya actividad cardíaca. Esto condujo a que médicamente ya no se establece la muerte cardíaca como criterio de muerte, sino que ahora lo es la muerte cerebral.
Por lo tanto, para muchos estados, desde el punto de vista legal, la muerte habrá sobrevenido cuando se dictamina médicamente la muerte cerebral. Este criterio también es reconocido por las Iglesias cristianas.
La guía de orientación
Estas y otras consideraciones constituyen la base de la “Posición oficial de la Iglesia Nueva Apostólica sobre el final de la vida humana”:
- No puede determinarse el momento exacto en el que el alma se separa del cuerpo. No existe al respecto una referencia en la Biblia ni un procedimiento científico con el cual esto se pueda averiguar. Además, la vida y la muerte están tan entrelazadas que parece arbitrario determinar con precisión el momento de la separación del alma y el cuerpo.
- A fin de brindar al hombre como imagen de Dios la mayor protección posible, la Iglesia respeta ilimitadamente la vida humana hasta la muerte cerebral y rechaza toda intervención que procure provocar activamente la muerte.
- La Iglesia parte de la base de que con la muerte cerebral tiene lugar la separación del alma y el cuerpo. El trato digno del cuerpo ya sin alma es una tradición de muchas religiones y también es válido para las situaciones en las que después de la muerte cerebral se mantienen artificialmente la respiración y la circulación sanguínea a efectos de poder extraer los órganos para un trasplante.
Sin embargo, mucho más importante que determinar el momento exacto de la muerte es algo muy diferente, subraya el grupo de trabajo: el acompañamiento de los moribundos por asistentes espirituales y por las personas cercanas.
Foto: Casual-T